“Hubo negligencia en el accidente. Sabemos que muchos quisieron bajar y no los dejaron”, dijo un familiar de las víctimas del vuelo de Spanair a la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega. “Tenemos mensajes de texto que muestran que hubo una especie de motín a bordo para que el vuelo no saliera”, agregó otro. Ayer, dos días después de la tragedia, nadie tenía certezas sobre las causas del siniestro. El video tomado por las cámaras del aeropuerto muestra que el avión estalló en la pista después de rebotar y avanzar contra el pavimento. No se incendió un motor al tomar altura, como apuntaron los primeros testimonios. En la imagen del fallido despegue del vuelo JK5022, en el que perdieron la vida 153 personas, se ve cómo el aparato fue rápidamente por la pista –puede que debido a un fallo de potencia–- y, tras elevarse sólo unos metros, cayó hacia su derecha.

“Hubo negligencia. Tenemos testigos. Muchos de nosotros recibimos llamadas de nuestros familiares o mensajes que decían que algo raro pasaba”, aseguró un hombre empuñando un micrófono que los voluntarios que atendían a las familias se afanaban en pasar de un orador a otro. “Todo se está investigando. Hay una investigación en curso para determinar qué sucedió”, intentó tranquilizar la vicepresidenta. A pocos metros de ella, un hombre de unos 50 años alzó la voz: “Le pido como ciudadano que el gobierno al que hemos votado nos proteja. Tenemos mensajes que muestran que hubo una especie de motín a bordo para que el vuelo no saliera. Ustedes tienen que protegernos de tiburones económicos que son los bancos o las compañías, como ésta, que han asesinado a los nuestros”. Muchos aplaudieron, algunos gritaron “Justicia”. Los familiares ya están pensando en formar una asociación que los agrupe.

La impaciencia deriva de la falta de respuestas sobre las causas del accidente. Es que la tragedia sigue envuelta en humo. No el de las llamas, sino el de la confusión. El video que está en poder del juez de instrucción no muestra ninguna explosión ni estallido del motor en el aire. Tras caer, el fuselaje recorrió escorado la pista. Sólo estalló tras varios segundos rebotando contra el suelo, según fuentes próximas a la investigación. Una de las chispas del rozamiento ya había prendido el combustible y la tragedia era inevitable.

Muchas de las víctimas quedaron carbonizadas. Tanto que ayer seguían sin nombre ni apellidos más de 100 cadáveres y 80 de ellos sólo podrán ser identificados con muestras de ADN. Un total de 19 personas seguían ingresadas en los hospitales.

Expertos oficiales y policiales, con ayuda de técnicos de Estados Unidos, comenzaron ayer a estudiar sobre el terreno los restos del aparato y las dos cajas negras, una de las cuales está dañada. Aunque la investigación puede tardar meses, el director general de Aviación Civil declaró ayer: “Ha habido más de una falla”. Bautista dejó claro, aun sin especular sobre las causas, que “una falla del motor no es causa de un accidente. Eso está de sobra contemplado en todas las normas. Junto con otras causas puede ser que tumbe el avión. Habrá que determinar el conjunto de causas que han concurrido”.

La investigación se centra en averiguar por qué el piloto abortó el primer despegue, previsto para las 13.20, y pidió una reparación. “El piloto detectó algo cuando se llevó el avión de la pista. El creyó que estaba resuelto si decidió despegar’, explicó Bautista. El avión estuvo 40 minutos bajo la supervisión de un mecánico y el comandante firmó el parte con el que se declaró conforme con la revisión. A las 14.23 volvió a acelerar por la pista 36L de Barajas. Ya iba rumbo al desastre.

Spanair quitó importancia a esa primera reparación. En una multitudinaria rueda de prensa en la que compareció Mats Jansson, presidente de la aerolínea escandinava SAS, dueña de Spanair, explicó que la avería que retrasó la salida consistió en un “calentamiento excesivo en una toma de aire que alimenta algunos sistemas del avión”. Se trata de un aparato situado en la parte delantera del fuselaje, cerca de la cabina. Ese sistema permite que funcione el calefactor para que no se forme hielo en el motor en altura o en invierno. Ese calefactor falló y por eso el piloto regresó.

José María Delgado, presidente del sindicato mayoritario de técnicos, Asetma, explicó: “El técnico que revisó el avión no pudo reparar el sistema”. Pero como el manual de la compañía permite volar con esa avería hasta 10 días, y debido a que con las condiciones meteorológicas –con ese calor no era necesario el calefactor– no hacía falta repararlo. Así que “el problema se solucionó desconectándolo, no reparándolo”.

Una fuente judicial explica: “El accidente pudo ser fortuito e impredecible, con lo cual las gestiones judiciales irían encaminadas a procurar que las familias de las víctimas reciban una indemnización. Pero por el contrario, pudo haber existido también una negligencia. Si se autorizó la salida del avión sin haber reparado adecuadamente la avería de la que avisó la luz que se encendió en la cabina, está claro que hay una responsabilidad penal”.

La caja negra que resultó dañada es la que registra las señales previas al accidente que dieron los instrumentos del avión. La otra caja es la que graba los diálogos entre los pilotos dentro de la cabina y entre éstos y la torre de control. El comandante, Antonio García Luna, no se comunicó con la torre de control después de que le dieran vía libre a la salida, pero sí debe de haber grabadas conversaciones entre él y su copiloto.

La ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, informó que Spanair había sido sometida, en lo que va del año, a 36 inspecciones, sin que se haya producido anomalía alguna.

* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.