Desde Helsinki

En el centro de formación profesional de la pequeña ciudad de Kauhajoki, a 350 kilómetros de Helsinki, la capital finlandesa, se desarrollaba una jornada de exámenes, cuando uno de sus alumnos Matti Juhani Saari, de 22 años, irrumpió disparando sobre sus compañeros. El fatídico resultado fue de diez muertos y un herido grave y dos leves. El autor de los hechos intentó, sin éxito, quitarse la vida, pero falleció más tarde en un centro hospitalario de Tampere, segunda ciudad más poblada en Finlandia.

“Algo anda mal entre nuestros jóvenes. No es normal que dos hechos similares y de tal magnitud, prácticamente calcados, ocurran en menos de un año”, declaró la ministra de Interior, Anne Holmlund. La funcionaria se refería a los hechos ocurridos el 7 de noviembre último, cuando un alumno de 18 años de un instituto en la ciudad de Tuusula mató a ocho personas, incluyendo la rectora y enfermera del establecimiento antes de quitarse la vida. Al igual que en el caso de Tuusula, Saari dejó numerosas huellas en Internet. El último video lo colgó en la mañana de ayer, justo antes de salir hacia el establecimiento escolar, en el portal finlandés ICR-Galeria, con el título en inglés de Massacre in Kauhajoki.

Un video donde practica tiro en un polígono, colgado el viernes último, llamó la atención de un internauta que alertó a la policía. Varios agentes lo interrogaron el lunes, en la víspera de la matanza. Ocurre que Saari había obtenido una licencia provisional para su pistola semiautomática Walther P22 a mediados de agosto. El comisario que realizó la entrevista no requisó el arma. En su perfil de Internet, el joven pistolero se define como “aficionado a las computadoras, a las armas, al sexo y la cerveza”.

Finlandia tiene una reputación de ser permisible con la tenencia de armas. En un país con 5,2 millones de habitantes, 1,7 millón de armas de fuego se encuentra en manos privadas. La cifra sólo es superada por Estados Unidos y Yemen. Según el primer ministro, Matti Vanhanen, los luctuosos hechos de Kauhajoki deberán llevar a repensar la tenencia de armas en Finlandia, un país con larga tradición de caza.

Los hechos se desencadenaron a las 11, hora local, cuando Matti Juhani Saari entró al colegio vestido de negro y cubierto con un pasamontañas. Segundos después se escucharon los primeros disparos. “Dos chicas en estado de pánico llegaron hacia mí, mientras en el corredor había un gran maletín, que resultó llevar cócteles Molotov; en ese momento llamé al número de emergencias”, declaró el empleado de mantenimiento del centro Juha Forberg.

La mayoría de las víctimas fueron sorprendidas en un aula. La policía evacuó a unos 200 alumnos que se encontraban atrapados en el centro, por medio de embarcaciones a través del río que cruza este pequeño municipio de 14.000 habitantes. La situación llegó a ser caótica, pues un incendio se inició, posiblemente provocado por los cócteles que lanzó el atacante, en una de las alas del establecimiento. Según los forenses, varias víctimas presentan graves quemaduras.

En un país donde los centros educacionales tienen una reputación impecable, las dos matanzas acaecidas en menos de un año han conmocionado a la opinión pública.

* De El País, de Madrid. Especial para Páginai12.