El próximo sábado a medianoche, cuando los habitantes de las provincias del Este y la Capital Federal retrasen 60 minutos el reloj, el país volverá a tener la misma hora en toda su extensión. El cambio responde a lo pautado en el Plan Nacional de Uso Racional y Eficiente de Energía promulgado en diciembre de 2007 por el gobierno nacional. Su implementación, el 19 de octubre pasado, derivó en una pugna entre los gobernadores por el cambio horario. La polémica continuará, coincidieron los especialistas consultados por este diario, quienes bregan porque también se retrase la hora en el Oeste y siga la diferencia.

Sin embargo, por ahora, sólo cambiarán sus relojes los porteños, los bonaerenses y los habitantes de Santa Fe, Entre Ríos, Santiago del Estero, Córdoba, Corrientes, Chaco, Misiones, Formosa, Jujuy y Tucumán. En principio, la ley 26.350 estableció como hora oficial de invierno, en todo el país, la del huso de tres horas al oeste de Greenwich (-3) y para el verano, la del huso -2. Entonces, aparecieron las reticencias. Alberto Rodríguez Saá, gobernador de San Luis, rechazó la medida tal como lo había hecho en el 2007; el catamarqueño Eduardo Brizuela del Moral siguió sus pasos. Los que más lejos llegaron fueron los mendocinos, en cuya Legislatura se votó una ley para no adherir al cambio.

Esta resistencia motivó el decreto presidencial 1705, que exceptuaba de adherir a la medida a Catamarca, La Rioja, Mendoza, Salta, San Juan, San Luis, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, además de Antártida e Islas del Atlántico Sur. Pero la pacificación horaria, al parecer, no se ha logrado del todo. “El tema es organizar la vida con las horas de luz, para eso se crearon los husos. Pero acá hace tantos años que vivimos en una hora equivocada que nadie dice nada”, comentó la investigadora del Conicet Beatriz García.

La especialista sostiene que el huso horario oficial está errado. “Ahora estamos con una hora como si viviéramos entre el Atlántico y Río de Janeiro –ejemplificó–; por la longitud, el país debería tener un huso horario -4.” Además, García asegura que sería “muy beneficioso” mantener el país con dos husos horarios, repitiendo el cambio de horario de verano en el invierno. Su principal argumento es que “amanece muy tarde” en las provincias del Oeste, exactamente, a las 8.40. “La actividad comienza a las 7.30, por eso genera tantos trastornos no cambiar el horario en invierno. La gente se levanta para ir a trabajar y todavía es de noche.”

Los seis meses en los que el país vivió con dos horarios fueron bien tomados por la gente del Oeste. Al menos, eso evaluó la investigadora mendocina, para quien, “contra todos los malos pronósticos, al final no trajo problemas”. Hubo, sí, un caso llamativo registrado en la ciudad bonaerense de Carmen de Patagones, cuya comunidad está muy vinculada con la capital rionegrina de Viedma. Entonces ganó la confusión entre quienes residían de un lado y trabajaban en el otro. Y viceversa.

Desde la otra punta del país, en Misiones, el geógrafo Guillermo Bulak se solidarizó con la especialista mendocina. “Habrá que ver qué decisión toman allá, si seguir la ley nacional o la que votaron en la Legislatura provincial, porque el tema en Mendoza ya pasa por una decisión política. Ellos están adelantados dos husos horarios”, explicó Bulak. Su propuesta, al igual que la de García, es que haya dos husos horarios en el país. “Los que siempre van a estar disconformes son los que viven en Córdoba y en Santiago del Estero porque están en el centro. Siempre van a tener 30 minutos de diferencia de luz solar con el resto del país”, agregó el investigador.

Su principal crítica es que, pese a los beneficios sobre la demanda energética del cambio impulsado por el gobierno nacional, al no diferenciarse dos zonas horarias todo el año se sigue beneficiando a las provincias del Este. “Es algo histórico”, concluyó Bulak, “siempre se establece la hora según le convenga a la Capital Federal”.