SOCIEDAD › UN TERREMOTO DEVASTADOR DEJó ARRASADA UNA CIUDAD MEDIEVAL EN EL CENTRO DE ITALIA

“Fueron veinte segundos en el infierno”

Hay al menos 150 muertos, 1500 heridos y unos 70 mil damnificados. Durante el día fueron rescatadas con vida 60 personas. El temblor también se sintió en Roma. No hay argentinos entre las víctimas, informó el Consulado en Roma.

“Cuando empezó el sacudón, estaba toda la familia en la cama; mi hijo de 15 y mi hija de 24 estaban en sus habitaciones. Mientras caían los muebles empezamos a escapar por la escalera con las piedras que caían alrededor. Escapamos a la carrera, descalzos. Mi hijo tiene todos los pies heridos. Cuando llegamos a la calle hubo otro sacudón tremendo. En la calle corrimos el riesgo de ser golpeados por la mampostería que caía de los techos. Tras unos 50 o 60 metros llegamos milagrosamente a la plaza. Una familia vecina que conocía quedó aplastada bajo los escombros.” Vittorio Perfetto, un periodista de la ciudad medieval italiana de L’Aquila, a la que se llega en auto desde Roma en menos de dos horas, contó así ayer el drama que vivió en la madrugada. Ese pueblo y una serie de poblaciones vecinas fueron parcialmente destruidas por un sismo que provocó la muerte de al menos 150 personas, mientras que 1500 resultaron con heridas y lesiones. Por la noche, 17 horas después del temblor que comenzó ayer a las 3.32 hora de Italia (23.32 del domingo en Argentina), los socorristas habían rescatado con vida a unas 60 personas que habían quedado atrapadas bajo los escombros, donde se presumía que podrían estar todavía centenares de pobladores, entre sobrevivientes y víctimas fatales del movimiento sísmico. En total, hay cerca de 70 mil damnificados. No hay argentinos entre las víctimas, informó el Consulado en Roma.

L’Aquila, con 72 mil habitantes, es la cabecera de la región de Abruzos, en la zona central de Italia, la más afectada por el temblor, que se hizo sentir también en Roma, aunque allí no causó ni daños importantes ni víctimas. Guido Bertolaso, jefe de Protección Civil, aseguró que “los expertos establecieron que no era previsible una situación de terremoto” como la que se produjo, en respuesta a lo dicho por el geólogo Gioacchino Giuliani (ver página 2), quien había pronosticado la posibilidad de un sismo en la región.

Anoche, L’Aquila parecía un pueblo fantasma y la lluvia le daba un matiz todavía más dramático, a la vez que entorpecía las tareas de los socorristas. La ciudad, que tiene iglesias y edificios construidos entre los siglos XIII y XVIII, sufrió la destrucción de todas las calles de su casco histórico. También fueron afectados los pueblos de Témpera, Onna –que desapareció totalmente– y Paganica, entre otros.

Vittorio Perfetto, el hombre que se salvó junto a su familia, relató que “era todo caótico”. “Estuvimos casi dos horas en la plaza con la gente debajo de los escombros y no venía nadie a socorrernos. Las líneas telefónicas estaban bloqueadas. Una cosa verdaderamente dramática que hasta ahora sólo vimos en las películas. Una catástrofe, nadie esperaba una cosa de esta magnitud.”

“Debajo hay muertos, no se toman fotos ni se entra”, advirtió a periodistas y curiosos un carabinero que custodiaba una callejuela del centro cubierta de muros derrumbados y cristales rotos. Un silencio imponente dominaba el corazón de la ciudad medieval, que fue abandonada por buena parte de sus pobladores. Las estimaciones decían que al menos unas 70 mil personas se quedaron sin casa. “Podemos decir que la mayoría del centro histórico está vacío”, informó una fuente de Protección Civil, en alusión a lo que ocurría en L’Aquila.

Policías y carabineros patrullaban entre los escombros, iban de casa en casa, con el propósito de hacer una evaluación de los daños. “Tratamos de ayudar a la gente que se quedó, sobre todo a los ancianos, de manera que pasen bien la noche y se eviten los ladrones”, comentó uno de los jefes a cargo del operativo. Provocaba asombro la presencia de automóviles enterrados, igual que el campanario de la iglesia de San Bernardino, que se desprendió desde una altura de quince metros.

“Por ningún motivo me voy de mi apartamento, que está intacto porque fue construido por mi hermano arquitecto con materiales antisísmicos. La casa aguantó a pesar de que el terremoto fue terrible”, declaró María D’Andrea, de 82 años, atrincherada en su casa. “Abrí la cafetería, quería estar con la gente. Esta noche se verá...”, sostuvo Cristina, dueña de uno de los pocos comercios que permanecían abiertos.

El jefe de gobierno italiano, Silvio Berlusconi, viajó a L’Aquila, donde las autoridades instalaron tiendas de campaña para alojar a unos 20.000 damnificados, mientras otros serán instalados en hoteles de la costa. “Es una tragedia sin precedentes” en los últimos veinte años, afirmó Berlusconi, quien suspendió un viaje oficial a Rusia. El sismo alcanzó una magnitud de entre 5,8 y 6,2 grados de la escala de Ritcher y tuvo su epicentro a 8,8 kilómetros de profundidad.

“Por cuatro horas trabajé con las manos desnudas esperando a los bomberos –denunció Maurizio, un socorrista–. El primer auxilio llegó después de dos horas, con cuatro hombres. No tenían ni picos ni luces de emergencia.” Donatello Fantini, un estudiante de la universidad local, estaba desesperado: “Se cayeron muchas casas. Estamos preocupados por algunos amigos alojados en la Casa del Estudiante, que está en la parte destruida. Llegamos allá y sólo había mucha gente en la calle llorando”.

Unas 200 réplicas de poca importancia siguieron al terremoto, informó a la prensa un vocero de la Comisión de Riesgos Naturales italiana. “Es poco probable que se produzcan nuevos temblores de gran intensidad, pero no se pueden excluir”, dijo Franco Barberi. Anoche se registró una réplica fuerte, que llegó a los 4,8 grados.

“Fueron 20 segundos en el infierno”, describió María Francesco, quien vio cómo se derrumbaba su casa. “Me sentía como en una película de terror, no me parecía real”, agregó la mujer. “Mientras sea de día todo es posible, temo cuando llegue la noche”, reconoció un socorrista que buscaba sobrevivientes en L’Aquila.

El Ministerio de Bienes Culturales envió un equipo de expertos para establecer los daños en las iglesias y monumentos históricos, que en algunos casos quedaron parcialmente destruidos. Uno de los edificios más preciados es un castillo del siglo XVI, el Rocca Calascio, el más alto de Italia y uno de los más importantes de Europa. También sufrieron daños las iglesias de San Agostino y del Suffragio, que datan del siglo XVIII.

En la capital italiana, las célebres Termas de Caracalla, uno de los monumentos más imponentes de la Roma imperial, construido en el siglo III, resultaron levemente dañadas, según dijo un funcionario de la alcaidía romana. Los otrora lujosos baños termales, ubicados a poca distancia del Coliseo, son una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad. Se las considera, además, una de las obras maestras de la ingeniería romana. En Roma, el temblor despertó a muchos de sus habitantes, ante la caída de objetos y muebles. Muchos huyeron hacia la calle a medio vestir.

Hasta anoche nada se dijo sobre la suerte corrida por la fuente medieval De los 99 Chorros (todavía no se sabe a ciencia cierta de dónde proviene el agua), que rinde homenaje a los 99 pueblos que, según la historia, se establecieron en la ciudad de L’Aquila, fundada en el siglo XIII. Ante la destrucción del museo local, se habilitó una bodega especial para alojar las obras que fueron recuperadas en distintos edificios y lugares de valor histórico, para evitar posibles robos.

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Imagen: EFE
 
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