Después del terremoto, las críticas apuntaron hacia arriba, al gobierno del neoliberal Silvio Berlusconi. “Somos el país de las reglas escritas con solemnidad y violadas con facilidad”, cita el periódico italiano Il Manifesto. Las críticas se dirigieron a la liberalización de las normas para construcción de edificios públicos como hospitales o escuelas, obras que pueden iniciarse con la sola denuncia del inicio de la actividad, sin necesidad de aprobación alguna. Italia tiene una amplia parte de su superficie en zona sísmica, que requiere construcciones y normas específicas. Después del terremoto se comprobó que los edificios públicos como hospitales y escuelas habían resultado tan castigados como los edificios privados, con la diferencia de que aquéllos habían sido construidos recientemente, supuestamente con las normas específicas para regiones geográficas de alta incidencia sísmica. Por lo tanto, la crítica se elevaba por la corrupción estatal y la falta de control. La segunda parte es igualmente crítica para el gobierno de Berlusconi. Una enorme cantidad de casas que fueron construidas en el siglo XIX, tenían agregados a piacere ya que las normas indicaban que no hacía falta aprobación de ningún tipo. Balcones, suplementos en las terrazas y recargas de peso fueron habilitadas sin más. Y así se vinieron abajo.