Tras la polémica suscitada en las últimas semanas por las acusaciones de abusos sexuales y violencia contra niños en escuelas e internados religiosos en la década de los años ’70 y ’80, que puso en el centro de la disputa a la Iglesia Católica alemana, una nueva denuncia se suma al conflicto. Esta vez roza a la mayor autoridad de la Iglesia: según un influyente diario de Alemania, el papa Benedicto XVI protegió en la década de 1980, cuando era arzobispo de Munich y Freising, a un sacerdote con antecedentes de pederastia, que había sido expulsado por ese motivo de la ciudad de Essen, y lo autorizó a que hiciera labor pastoral en la capital bávara.

El mismo día en que el Papa aprobó las medidas que la Iglesia alemana adoptó para combatir los abusos sexuales, una denuncia en su contra se hizo eco alrededor del mundo. La acusación fue lanzada ayer por el diario alemán Süddeutsche Zeitung, que sostiene que en la década del ’80 Joseph Ratzinger, ahora Benedicto XVI, responsable de la diócesis, dio el visto bueno para albergar a un sacerdote acusado de abusos sexuales a menores, con el fin de que fuera sometido a terapias.

Ante esa acusación, las explicaciones desde el Vaticano no tardaron en llegar. En un comunicado emitido desde la máxima institución católica se informó que el Papa es totalmente ajeno al caso, del que ha asumido la “plena responsabilidad de lo ocurrido” el ex vicario Gerhard Gruber. También salió a aclarar la situación el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, que manifestó que “evidentemente el vicario –que ahora tiene 81 años– no hizo caso de las indicaciones del por entonces arzobispo Ratzinger, que había dispuesto que el sacerdote no desarrollase actividad pastoral alguna”.

En los años ’80 se cometieron “graves errores” y el traslado del cura pedófilo se efectuó “con la autorización del entonces arzobispo” Ratzinger. Así lo confirmó el portavoz del Arzobispado de Munich, en declaraciones al diario alemán, e informó que el sacerdote aún sigue en actividad en una comunidad de la Alta Baviera. Según un comunicado del Arzobispado, las autoridades episcopales no tuvieron conocimiento de ningún otro incidente. En 1980 se realizó el traslado desde Essen y “se decidió hospedar al abad H. en una parroquia para que pudiera someterse a una terapia”, reconoció el comunicado. Pese a esa decisión de someterlo a un tratamiento y a las sospechas de abuso sexual que pesaban sobre él, “el abad. H fue designado a título indeterminado asistente-capellán en una parroquia de la diócesis de Munich por el vicario general de la época, Gerhard Gruber”, recalcó el escrito. En 1986, el sacerdote en cuestión fue condenado a 18 meses de cárcel bajo libertad condicional y el pago de una multa de cuatro mil marcos (2813 dólares) por haber reincidido en los abusos sexuales. Pese a todo, el religioso no fue apartado de su labor.

El Süddeutsche Zeitung dijo tener en su poder la declaración jurada de un hombre, que en ese momento tenía once años, y que relata cómo el sacerdote lo obligó a practicar sexo oral. Por su parte, el Arzobispado anunció que analizará todas las actas relacionadas con casos antiguos.