Sábado, 27 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › OTRA ACUSACIóN DIRECTA CONTRA BENEDICTO XVI
El diario The New York Times publicó una nueva denuncia contra Ratzinger. Señaló que cuando el ahora Papa era arzobispo de Munich, protegió a un cura abusador de niños.
El papa Joseph Ratzinger, cuando era arzobispo de Munich, en 1980, fue responsable de decidir que un cura abusador de niños no fuera denunciado a las autoridades civiles ni retirado de sus funciones: el sacerdote fue transferido a otras parroquias, donde siguió sumando denuncias y hasta una condena por abusos durante 30 años: así lo afirma una investigación de The New York Times, que cita fuentes eclesiásticas: Ratzinger presidió la reunión decisiva y, después, recibió un memorándum confirmatorio de que el cura abusador seguía en funciones. Ayer, el Vaticano reiteró su postura de que Ratzinger “no tiene responsabilidad” en el caso. La nueva acusación se produce en el marco de una serie de escándalos vinculados con abusos sexuales cometidos por sacerdotes y consentidos por autoridades de la Iglesia Católica. El miércoles, el mismo diario reveló que Ratzinger, en 1996, ya como funcionario del Vaticano, permitió seguir en funciones a un cura estadounidense que había abusado de 200 chicos sordos.
En septiembre de 1979, en la arquidiócesis de Munich, Alemania, el cura Peter Hullermann fue desplazado de la congregación a su cargo, en la localidad de Essen: sucesivamente los padres de tres niños lo habían acusado ante su superior, el sacerdote Norbert Essink, de haber cometido actos de abuso contra sus hijos –por lo menos uno de los chicos tenía 11 años–, y Hullermann no había negado los cargos. La Iglesia no lo sancionó sino que, a principios de febrero de 1980, lo trasladó a Munich, sin restricciones para continuar en contacto con menores. Después se desempeñó en diversas parroquias de la diócesis de Bavaria. En 1986, la Justicia lo condenó a 18 meses de prisión en suspenso por abuso de menores, no obstante lo cual continuó con sus funciones. Recién el 16 de marzo pasado, hace diez días, luego de volver de un viaje de campamento con niños y cuando ya se había desatado el escándalo, Hullermann, que ya tiene 62 años, fue separado de las actividades, si bien mantiene la condición de sacerdote; esta semana se difundieron nuevas acusaciones de abuso sexual infantil, que Hullermann habría cometido en 1998 en el sur de Alemania.
Las actuaciones eclesiásticas sobre el caso Hullermann habían empezado en diciembre de 1979, cuando el padre Friedrich Fahr, a cargo de la asignación de funciones a los sacerdotes en Munich, recibió una comunicación de su colega de Essen, Klaus Malangré: éste requería que Hullermann fuera transferido y que iniciara un “tratamiento médico–psicoterapéutico”, ya que “presentaba un peligro que obligó a retirarlo de sus deberes pastorales”; en rigor, Malangré no exigía el retiro del abusador de varoncitos, sino que sugería su traslado a “una escuela de niñas” y aclaraba que “no hay procedimientos pendientes” contra Hullermann.
El 9 de enero, Fahr preparó un informe sobre el caso Hullermann, para que fuera discutido en la siguiente reunión del consejo diocesano encabezado por Joseph Ratzinger –quien fue arzobispo de Munich entre 1977 y 1981–. El cura Fahr, que falleció hace dos años, era –según puede leerse en el sitio web de la arquidiócesis de Munich– “un amigo cercano del cardenal Joseph Ratzinger”.
El 15 de enero, Ratzinger presidió la reunión de su consejo diocesano, en la cual se dispuso que Hullermann fuese trasladado a la Iglesia de San Juan Bautista en Munich (el vicario del Arzobispado, padre Gerhard Gruber, quien desde que se desató el escándalo vino asumiendo toda la responsabilidad por el caso, no estaba presente en esa reunión). El 20 de enero, Ratzinger recibió un memo de Gruber donde se precisaba que Hullermann volvía a asumir funciones pastorales, lo cual sucedió a principios de febrero. Tanto la reunión presidida por Ratzinger como el memo que le fue remitido después fueron confirmados por dos fuentes eclesiásticas distintas, según la investigación del periódico neoyorquino, firmada por Nicholas Kulish y Katrin Bennhold.
La Iglesia venía sosteniendo que Ratzinger no había tomado ni conocido la decisión de no relevar a Hullermann y que el responsable había sido el padre Gruber, vicario general de ese Arzobispado. Ayer el padre Federico Lombardi, vocero del Vaticano, sostuvo que la investigación de The New York Times “no aporta información nueva” e insistió en que Ratzinger “no tiene responsabilidad” en el caso Hullermann. Lombardi no aludió al memorándum enviado al entonces cardenal Ratzinger.
El miércoles pasado, otra investigación de The New York Times había revelado que en 1996 –cuando era titular de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el Vaticano–, Ratzinger permitió que permaneciera en funciones un cura que había abusado de 200 niños sordos.
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