Un trabajador afroamericano, empleado como chofer en una empresa repartidora de vino y cerveza de Connecticut, en el nordeste de los Estados Unidos, mató ayer a ocho personas y luego se suicidó. Todo parece indicar que estaba molesto porque se consideraba víctima de discriminación racial. El suceso ocurrió en la sede de la firma Hartford Distributors, en Manchester, Connecticut, lugar al que había concurrido el trabajador, Omar Thornton, de 34 años, para ser notificado de una sanción disciplinaria, según dijeron voceros del sindicato al que pertenecía. La policía precisó que el hecho se produjo a las 11.30 hora local (8.30 de la Argentina), cuando en el lugar había entre cincuenta y setenta personas.

“Nueve personas, incluyendo el sospechoso, murieron durante el ataque”, comunicó la policía de Manchester. “Estamos en el proceso de identificación de las víctimas”, agregó el vocero. El atacante fue encontrado sin vida fuera del local de la empresa, unos 40 minutos más tarde, luego de haber matado a las ocho personas. Otras dos personas fueron llevadas a un hospital local con heridas de gravedad.

Un miembro del sindicato de los camioneros, John Hollis, dijo que el causante de la tragedia había sido contratado hace relativamente poco tiempo en la empresa. Según el gremialista, Thornton había sido convocado para una reunión por la dirección de Hartford Distributors, a raíz de un problema de disciplina. “El sindicato lo iba a acompañar para tratar de resolver la situación”, sostuvo Hollis.

Joanne Hannah, una vecina del lugar donde vivía Thornton, en el barrio Enflied, confirmó que su hija Kristi era la novia del autor de la masacre. La relación sentimental llevaba unos ocho años. Hannah le dijo al diario The Boston Herald que el camionero se comunicó con su madre, antes de suicidarse. “Le dijo que quería decir adiós y que amaba a todos”, sostuvo la madre de la novia de Thornton.

Según el relato de Hannah, el novio de su hija le había contado que venía recibiendo ataques raciales en el trabajo. Esto incluyó el dibujo de una horca y un insulto, realizados en forma anónima en la pared de un baño del edificio de la empresa. Entre las víctimas del ataque figuran un miembro de la familia propietaria de la firma y algunos empleados.

El gran número de personas presentes en el lugar –entre cincuenta y setenta– se debía a que en esos momentos se producía un cambio de turno de trabajo, según hizo saber el director de marketing de la empresa, Brett Hollander. Tres de las víctimas del incidente fueron internadas en el hospital de Hartford y una de ellas falleció camino al quirófano. Siete personas murieron en el mismo momento del ataque.

Testigos relataron que una columna de humo negro salía del depósito de la empresa donde ocurrieron los hechos. Policías y bomberos pusieron fin a un principio de incendio que se produjo durante el ataque, en cuyo transcurso hubo corridas, gritos e insultos. John Larson, representante de la empresas en la vecina localidad de East Hartford, dijo conocer en forma personal a los dueños de la firma. “La familia Hollander es probablemente una de las más respetables de la comunidad judía de Hartford”, comentó Larson.