Viernes, 28 de enero de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › SECUESTRAN Y ASESINAN A UN DIRIGENTE DEL SINDICATO DEL PERSONAL DE LIMPIEZA
Roberto Rodríguez fue secuestrado de un club en Villa Devoto y baleado en Bella Vista. No hubo pedido de rescate ni robo.
Por Emilio Ruchansky
El miércoles pasado, Roberto Rodríguez tenía reservada la cancha de básquet del Club Fénix, en el barrio porteño de Villa Devoto. Jugaba todos los miércoles a las 21 y también los sábados. Cuando entró al comedor del club, desierto por las vacaciones, se encontró con uno de los jugadores y el encargado del buffet, Facundo Ibáñez. Como había llegado media hora antes del partido, se quedó viendo la tele. Tres minutos después entraron dos hombres de entre 30 y 40 años. Uno preguntó de quién era la camioneta Honda 4x4 estacionada afuera. “Mía”, dijo Rodríguez, tesorero del Sindicato de Obreros de Maestranza y presidente de esa obra social. El que preguntó sacó un arma, la apoyó sobre la frente de Rodríguez y ordenó: “Parate y vení con nosotros, ustedes dos no hagan nada o son boleta”. Dos horas después, el sindicalista apareció con un tiro en la cabeza, agonizando, en Bella Vista, partido de San Miguel.
Ibáñez, quien anoche testificó y fue llevado a una sede policial para reconocer por fotos a posibles sospechosos, llamó de inmediato al 911 y al rato apareció una patrulla de la seccional 45ª en la puerta del club, en Vallejos 4516, cerca de General Paz y Mosconi. La camioneta de Rodríguez fue hallada a dos cuadras, en la esquina de José Cubas y Allende. Allí habría esperado para hacer el trasbordo un tercer cómplice en un Peugeot 307 negro con vidrios polarizados.
Como todo indicaba que podría tratarse de un secuestro extorsivo, el fiscal de instrucción de turno, Raúl Cavallini, dispuso que se sume a la investigación la División Antisecuestros. Sin embargo, en ningún momento la esposa de Rodríguez ni sus dos hijos adolescentes ni otro familiar recibieron llamados para pedir rescate por el sindicalista de 49 años, que se desempeñaba como presidente de la obra social del gremio de los trabajadores de empresas privadas de limpieza de la Ciudad y de la provincia de Buenos Aires.
Una hora y media después de la captura, Matías, un vecino de la localidad de Bella Vista, escuchó un disparo cerca de la esquina de Salliqueló y La Pampa. “Al salir, vi a un hombre arrodillado y muy ensangrentado en la cara y la cabeza, después cayó a una zanja de espaldas y balbuceaba, aunque no se le entendía nada”, relató. Era Rodríguez. Lo acaban de bajar del Peugeot 307 y de efectuarle un disparo en la nuca, detrás de la oreja izquierda, aunque aún no queda claro si fue asesinado dentro o fuera del auto. La vaina de la bala no apareció. “Pudieron recogerla o tal vez lo mataron con un revólver, que no deja vainas”, dijo una fuente de la investigación.
Varios vecinos se acercaron a socorrerlo, le preguntaron quién era pero, según Matías, “Rodríguez no podía hablar porque tenía la boca llena de sangre”. Llamaron al 911 y en vez de una ambulancia apareció un carro de bomberos voluntarios de San Miguel y lo trasladaron al Hospital Larcade. “La ambulancia no llegó porque nunca fue pedida desde el 911, los vecinos no llamaron al 107, que es el teléfono de emergencias médicas”, aclaró ayer el director del hospital, Diego Lambert.
“Rodríguez llegó al Larcade a las 22.25 en coma. En un primer examen no se advirtieron golpes, aunque pueden aparecer después en la autopsia. Se le hizo una tomografía y cuando lo estábamos por derivar al quirófano, falleció. La causa fue el daño neurológico que le provocó la herida en el cerebro, en parte por la presión intracraneana y también por la pérdida de masa encefálica, o ambos factores”, explicó Lambert a Página/12.
Los asesinos partieron en el Peugeot 307 por la calle Salliqueló en dirección al Camino del Buen Ayre. Ayer, los investigadores también descartaron el robo: los delincuentes no se llevaron la camioneta, tampoco la billetera, ni otros efectos personales. La principal hipótesis es la de una venganza, por razones personales o laborales, aunque lo último fue repetidamente descartado por sus compañeros del sindicato.
“No tenía enemigos y tampoco sabemos si había recibido amenazas en los últimos días; yo creo que no. Era una persona muy querida dentro del gremio”, dijo el secretario general del Sindicato de Maestranza, Oscar Rojas. Rodríguez tenía una casa en el pasaje Pillado y Baldomero Fernández Moreno, en el barrio porteño de Flores, y una casaquinta sobre la Ruta 205, en el barrio El Trébol, de Ezeiza. Estaba casado y, además de sus dos hijos, tenía un nieto. En el club no lo conocían mucho. “Jugaba y se iba sin bañarse o tomarse una cerveza”, dijo ayer Ibáñez, el encargado del buffet.
Aunque el homicidio ocurrió en territorio bonaerense, la investigación la realizará la Policía Federal, por decisión de la Justicia nacional porteña. El juez de instrucción, Javier Ríos, ordenó distintas medidas para ubicar a dos de los tres partícipes del asesinato. El cuerpo de Rodríguez fue trasladado ayer a las 6 a la morgue judicial de Capital, donde se le practicó la autopsia por la tarde. Pero algo llamó mucho la atención de los investigadores: la ropa.
Según los testigos del club, Rodríguez vestía chomba, pantalón y zapatos. Cuando lo encontraron herido, tenía zapatillas y pantalones cortos. “Pudo haber sido un error de los testigos, si no, no se explica el cambio de ropa”, dijeron anoche fuentes policiales. El lugar del asesinato no es casual: hay un descampado en la vereda de enfrente y seguramente los asesinos planeaban dejar el cuerpo allí, sostuvieron las fuentes.
Fuentes del juzgado de Norberto Oyarbide, a cargo de la causa de la mafia de los medicamentos truchos, le aseguraron a este diario que la obra social que manejaba Rodríguez, allanada en diciembre pasado, estaba “muy comprometida” (ver página 14). Por ahora, la investigación gira en su entorno. Su hija le habría contado al juez ayer que el sindicalista había intercedido, con golpes de por medio, ante un grupo de personas que la extorsionaban a ella, y que ése podría ser el motivo del asesinato.
También se están revisando las últimas comunicaciones telefónicas de Rodríguez y las imágenes de cámaras que captaron el paso del auto donde lo llevaban, sobre la Ruta 201 y el Camino del Buen Ayre. Anoche, fuentes policiales comentaron que, semanas atrás, el sindicalista contrató a una empresa de seguridad privada para monitorear su casa.
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