Viernes, 18 de marzo de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › HABLAN RESIDENTES EN ARGENTINA QUE TIENEN A SUS FAMILIARES RADICADOS EN JAPON
Los únicos que quieren emigrar, aseguran, son los extranjeros. Las familias les ofrecen venir a la Argentina, pero ellos prefieren quedarse allá porque confían en la información que les da el gobierno japonés.
“Mi familia está preocupada por la gente que se ha quedado sin nada, como todo japonés. Es una desgracia, pero ellos siguen trabajando y dicen que están bien.” Jorge Tamisaki vive en Argentina y tiene un hermano, dos primas y varios amigos que viven en diferentes puntos del archipiélago japonés. Todos ellos, con distinta magnitud, sintieron el devastador temblor del viernes pasado y ahora siguen atentos el desenlace de la crisis radiactiva en la planta de Fukushima. En Tokio y zonas aledañas, según las familias, hay racionamiento de alimentos y de combustible. La mayoría decide quedarse en sus hogares, aunque algunos, por temor, viajan al sur para alejarse de las áreas afectadas. “Mi hermano mayor vive en Kanagawa, al oeste de Tokio, le dije que se venga, pero no quiere”, contó Tamisaki, desde su casa en Ituzaingó, en el oeste del conurbano. Tanto él como otros japoneses radicados en Argentina aseguran que quienes quieren salir del país son los extranjeros. Los nativos quieren seguir allí y a lo sumo se alejan unos kilómetros del centro de la crisis. Desde este lado del mundo, la comunidad japonesa sigue minuto a minuto las imágenes de la televisión nipona. Para darles fuerza a sus compatriotas, la Asociación Japonesa de la Argentina (AJA) convocó a una concentración hoy a las 19 en el Obelisco. Allí desplegarán un mensaje de aliento destinado a los miles de afectados.
Después de los primeros minutos del terremoto y el tsunami que le siguió, Tamisaki no pudo comunicarse con su familia. Pero las buenas noticias no tardaron en llegar. “Llamaron para que nos quedemos tranquilos. Y dejaron un mensaje en el contestador, de que se encontraban bien.” Cuando los sorprendió el temblor, estaban trabajando y enseguida supieron cómo actuar. “Japón está preparado. Desde la casa, la escuela o el trabajo les inculcan cómo actuar. Pero nunca imaginamos que iba a tener esa magnitud. No estaba preparado para el maremoto”, describió.
“Las casas están destruidas y entre los escombros buscan a personas. El agua levantó las casas y las movió como barquitos. Un barco apareció siete cuadras adentro. Fue horroroso. El peor problema es que hay más de 70 mil chicos en guarderías, y sus familias no han ido a retirarlos. No se sabe qué les pasó. Hay un luto permanente, pero nunca han dejado de trabajar y producir para el país”, relata Tamisaki.
–¿Sus familiares sienten temor por el alerta nuclear?
–Ellos van a trabajar y aseguran que si fuese tan peligroso no irían. Yo tengo mis dudas de que sea tan así como están diciendo desde los medios. La familia de mi nuera quiere irse por temor a la contaminación, pero ella no. Mis primas están a 40 minutos de Tokio y dicen que están seguros. Los que tienen dudas, se van. Algunos emigran hacia el sur, pero no a otro país. Hay preocupación, pero confían en los dirigentes, en el gobierno y en que no fallan en lo que dicen.
–¿Le cuentan sus familiares si hay desabastecimiento de alimentos o de combustible?
–Dicen que están faltando alimentos. Por Internet hablo con amigos y están todos bien. A toda la gente que está en los refugios no le falta nada: tienen agua, comida y atención médica. Hay problemas para conseguir combustible, sobre todo alrededor de la zona afectada. Está racionado, cargan 10 litros por auto, todos por igual.
–¿Usted quisiera que su familia esté en la Argentina?
–Les dije que vengan para acá, pero no quieren. Todo el suelo de Japón es volcánico. Mañana no sé si le puede tocar a mi hermano o a mi prima. A otros amigos les pregunté si vuelven y dicen que están bien, trabajando.
Otra familia, dueña de un restaurante en Constitución, tiene a su sobrina, Silvia, en Tokio. La joven está becada y su familia sueña con su regreso. La semana que viene la recibirán en el aeropuerto. “Viene porque la madre está muy temerosa. Ella dice que está bien, pero viene para tranquilizar a los familiares”, contó una tía, desde un restaurante japonés. Después del terremoto se contactaron con la joven por teléfono y chat. Ella dice que “tenemos más miedo acá que allá, ella está trabajando normalmente”.
En diálogo con Página/12, Alberto Onaha, presidente de Asociación Japonesa de Argentina, contó que “los familiares que están en Argentina quieren que los que están allá vuelvan, pero ellos no. Tienen fe en que todo se arreglará. Con las personas que hablamos, en Japón, no se quieren ir. Confían en el gobierno japonés”. A partir del alerta nuclear, “hay temor, pero no en la mayoría” de las familias, señaló.
Esta tarde, todos juntos, harán una concentración en el Obelisco de Buenos Aires para dar fuerza a los damnificados del terremoto y tsunami. El propósito del encuentro es poder grabar un mensaje de esperanza y aliento para que llegue a los pobladores del archipiélago japonés. La consigna se podrá leer en japonés y en español para que el afecto también llegue a los miles de argentinos que viven en territorio japonés.
La Federación de Asociaciones Nikkei en Argentina (FANA), por su parte, habilitó la cuenta corriente 0001113-4064-7 de la sucursal 64, del Banco de Galicia, para recaudar fondos. El dinero será destinado a los equipos de la Cruz Roja de Japón o a otra entidad a cargo de las arduas tareas de rescate, entre los escombros, contrarreloj.
Informe: Soledad Arréguez Manozzo.
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