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Los Estados miembros de la ONU adoptaron ayer una ambiciosa declaración para combatir el sida en los países pobres, que pone fin a tabúes, entre ellos el del uso del preservativo. En el cierre de una cumbre de tres días dedicada el tema, en Nueva York, la declaración, duramente negociada durante más de dos meses, reconoce por primera vez en forma explícita la eficacia del preservativo en la prevención del sida. La Asamblea General, además, fijó una serie de objetivos a conseguir en 2015, entre los que incluyen reducir a la mitad la transmisión sexual, dar tratamiento a 15 millones de personas y conseguir cero infecciones de recién nacidos.

Unos 1,8 millón de personas mueren cada año a raíz de esta enfermedad, que afecta a 33 millones de seres humanos en el mundo, según cifras de Naciones Unidas. En el capítulo de la prevención, la declaración habla de poblaciones de alto riesgo enunciando de manera clara “los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres”, “las personas que se inyectan drogas” y “los trabajadores sexuales”.

Este tema fue uno de los puntos de negociación más duros entre los negociadores durante la preparación de esta cumbre, que coincidió con el 30º aniversario del descubrimiento del sida. Según una fuente, Irán se opuso ferozmente a la definición de esas poblaciones de alto riesgo, pero terminó cediendo, al igual que el Vaticano sobre el preservativo.

La declaración prevé garantizar en 2015 el tratamiento antirretroviral a unos 15 millones de seropositivos en los países de medios y bajos recursos, lo que equivale a un acceso universal. También propone eliminar para ese año el contagio del sida de la madre al bebé en gestación y reducir en 50 por ciento la transmisión del HIV a través de relaciones sexuales y la utilización de jeringas.

En referencia al financiamiento de esta generalización del tratamiento, las asociaciones de lucha contra el sida invitaron a los países ricos a asumir su responsabilidad. Pero si bien es cierto que esta decisión costará dinero a las naciones ricas, el financiamiento vendrá también de los propios países afectados y de medidas innovadoras, como impuestos a los billetes de avión o a las transacciones financieras.

En ese marco, los países de América latina exigieron mantener las ayudas internacionales, conscientes de que pueden sumarse a esos esfuerzos pero no suplantarlos.