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El principal sospechoso del crimen del cardiólogo José Martínez Martínez, el también cardiólogo Néstor Morelli, tendrá hoy su día D: la jueza María Cristina Bértola deberá decidir si lo deja en libertad o lo mantiene detenido, y si lo procesa o no. Por el momento, existen muchas sospechas y pocas pruebas contra Morelli. El médico fue apresado el viernes 30 de mayo, tres días después del crimen. La principal sospecha se concentró en su turbulenta relación con la víctima, en el Hospital de Clínicas, donde Morelli fue suspendido en dos ocasiones a pedido de Martínez por ausencias reiteradas a su puesto en la guardia.
El viernes 6 de junio fue detenido Claudio Balena, líder de la barrabrava de Platense, sospechado de haber visitado a Martínez en su consultorio el día anterior al crimen. Tanto Morelli como Balena trabajan en la terapia intensiva del Hospital Tornú. Ambos comparten un antecedente penal en común: una causa por venta de un bebé, en la que Morelli fue procesado y Balena es uno de los principales sospechosos.
Martínez Martínez fue hallado muerto sobre la camilla de su consultorio, en el barrio de la Recoleta, el 27 de mayo pasado. Tenía cuatro disparos de una pistola 3.80 con silenciador, un arma semejante a la que el mismo Morelli mostró a algunos médicos de la Clínica Catán, donde cumplía guardias, según revelaron a Página/12 empleados de esa institución de González Catán. Como anticipó este diario, en esa clínica trabajaba el médico peruano Enrique Flores Guerra, quien fue asesinado en su casa de Flores, el 18 de diciembre pasado. Flores Guerra coincidía en las guardias de los domingos con el médico detenido.
Este diario también recorrió la historia de Morelli en su ciudad natal santafesina: Gálvez, y no Villa Gobernador Gálvez como se dijo erróneamente. A los 17 años había sido forzado por su padre a abandonar el lugar, tras ser acusado por los vecinos de robar bicicletas. El pueblo estaba preparando el regreso del hijo pródigo cuando fue detenido, sospechado de homicidio.