SOCIEDAD
La masacre de Wilde
El suboficial Osvaldo Lorenzón, uno de los cuatro policías prófugos acusado de integrar una banda de secuestradores, tiene antecedentes por su participación en un notorio caso de gatillo fácil que quedó impune. En su momento, Lorenzón fue acusado, junto con otros 11 policías, por el homicidio de cuatro civiles que fueron baleados en lo que se llamó la Masacre de Wilde, ocurrida el 10 de enero de 1994. Las víctimas fueron el remisero Norberto Corbo, el vendedor de libros Edgardo Cicuttín, y dos presuntos delincuentes, Claudio Mendoza y Enrique Bielsa. Los cuatro fueron acribillados a balazos y más allá de la historia de cada uno de ellos, el caso fue un escándalo porque quedó impune a pesar de que fueron identificados los 12 policías involucrados.
Lorenzón está prófugo junto con el subcomisario José Hernández, ex jefe de Investigaciones Complejas de Lomas de Zamora, el oficial principal Adrián Tocci y el sargento ayudante Pedro Fernández. En la misma causa, por el secuestro extorsivo de un hombre, los únicos detenidos son los oficiales Daniel Cayo y Carlos De Santis. El suboficial Lorenzón estuvo preso por la Masacre de Wilde, pero fue sobreseído en junio de 1999.
En el cuádruple crimen, 12 hombres de la Brigada de Investigaciones de Lanús atacaron sucesivamente a dos automóviles, uno de ellos el del vendedor de libros Cicuttín, a quien confundieron porque buscaban un vehículo similar al que conducía, un Fiat 1500. El remisero Corbo, por su parte, estaba trabajando sin saber que a sus dos pasajeros, Mendoza y Bielsa, los buscaba la policía por una oscura venganza. Los policías fueron sobreseídos y el caso quedó impune aunque estaba clara la responsabilidad policial.