El cura Julio César Grassi, condenado a 15 años de prisión por abuso sexual y corrupción de menores agravada, seguirá preso en la cárcel de Campana, porque la Cámara Penal de Morón confirmó la medida de privación de la libertad dictada en septiembre pasado por el Tribunal Oral 1 de Morón. El pedido de la defensa de Grassi, que pretendía que el sacerdote volviera a la situación anterior –un régimen de libertad restringida–, fue desechado de plano por los camaristas Fabián Cardoso, Aldo Acosta Argañaraz y Elisabet Miriam Fernández. Los jueces admitieron que la condena a Grassi no es todavía “cosa juzgada”, porque la defensa apeló el fallo ante la Corte Suprema Nacional, pero al mismo tiempo consideraron que “no resulta un dato menor” el hecho de que la sentencia a 15 años de cárcel aplicada el 10 de junio de 2009 por el Tribunal Oral 1 haya sido confirmada luego por Casación y por la Suprema Corte bonaerense.

En el fallo de ocho carillas, al que tuvo acceso Página/12, se rechazan los argumentos de los defensores de Grassi y hasta se señalan algunas gruesas contradicciones. El defensor de Grassi, Ricardo Malvicini, en su pedido para que cese la detención de su representado, recuerda que el cura “llegó al juicio (oral, en 2009) libre en su persona”, aunque en otro momento del mismo escrito señala en forma textual: “... en función de la prisión preventiva que el padre Julio César Grassi viene cumpliendo desde el año 2002 dictada por el Juez de Garantías” Alfredo Meade, el primero que tuvo a su cargo el largo proceso judicial.

Los camaristas subrayaron que “esas contradicciones (del defensor de Grassi) por sí solas sellan irremediablemente el destino del presente recurso (de apelación), que por las consideraciones expuestas no puede prosperar”. Los jueces insistieron en que “no resulta un dato menor” que la sentencia inicial a 15 años de cárcel haya sido confirmada por la Cámara de Casación y por la Suprema Corte bonaerense. Y resaltaron la gravedad de los delitos imputados: “Abuso sexual agravado por resultar sacerdote, encargado de la educación y de la guarda del menor víctima, reiterado, dos hechos, que a su vez concurren formalmente con corrupción de menores agravada” por las mismas circunstancias.

En el fallo se sostuvo que tales cargos “no permiten la excarcelación” y que los elementos reunidos en el proceso “dan suficiente sustento y legalidad” a la decisión de haber efectivizado la detención del cura en una cárcel común. Grassi fue acusado, en el juicio oral, por abusos sexuales reiterados contra tres chicos internados bajo su cuidado en la Fundación Felices los Niños: “Gabriel”, “Ezequiel” y “Luis”. El sacerdote finalmente fue condenado sólo por los dos hechos de abuso, en contra del chico conocido como “Gabriel”.

En su apelación, la defensa de Grassi sostuvo que la detención del imputado significaba un “prejuzgamiento”, en alusión a que la condena no está firme porque ahora fue apelada ante la Corte Suprema nacional, y que la medida “carecía de fundamentación” porque no habría “peligro de fuga” por parte del sacerdote. Los fundamentos de la defensa fueron desestimados por los jueces por considerar “superflua (...), insuficiente y carente de argumentos” la postura defensista en favor de la aplicación de una medida menos gravosa que la detención efectiva en una cárcel común.

Los camaristas también desestimaron un segundo pedido de la defensa de Grassi, que había objetado que en la audiencia en la que se ordenó la detención del cura haya estado presente, con derecho a exponer sus argumentos, el abogado Jorge Calcagno, quien en el juicio oral representó al chico conocido como “Luis”. Los representantes del sacerdote consideraron impropia esa presencia, dado que Grassi finalmente fue absuelto por los cargos presentados por “Luis”. Por todo lo expuesto y por unanimidad, los jueces ratificaron la validez de la detención de Grassi y de la presencia de Calcagno en la audiencia. Esto significa que el cura condenado a 15 años de prisión tendrá que seguir detenido en el penal ubicado en la localidad bonaerense de Campana.