Domingo, 23 de agosto de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › ENTREVISTA A MERCEDES CALZADO, INVESTIGADORA
Por Soledad Vallejos
A treinta años del operativo que encontró a Nélida Bollini de Prado en el sótano de la casa de Martín y Omar 544, la historia de una familia abocada al crimen se traduce en una suerte de furor por los detalles y sus personajes. “Pucciomanía”, dice el autor del libro que llegó a las librerías al tiempo que la película hacía lo propio en los cines, y a semanas de que la televisión se sume con una miniserie (ver aparte). Los números de la taquilla demuestran que la industria cultural está lejos de producir en el vacío, porque públicos interesados por el caso de la familia Puccio no faltan. ¿Qué tiene este caso que no tuvieron otros? ¿Por qué este aniversario en particular concitó tanto interés, qué factores sumaron hoy? Dar con una respuesta única quizá sea, más que difícil, imposible. Pero algunas hipótesis se pueden ensayar.
“Justamente al final de una década en la que la discusión sobre derechos humanos y la historia reciente de la Argentina empieza de nuevo a estar puesta en juego, aparece un interés por contar esta historia reciente y por contar la transición democrática en otra clave”, señala la investigadora Mercedes Calzado, docente de la UBA y autora de Inseguros. El rol de los medios y la respuesta política frente a la violencia de Blumberg a hoy (ed. Aguilar). “Tal vez se trate también de profundizar una clave de lectura que está dando vueltas en la historia reciente: la normalidad con que se vivía a fines de los años ’70, principios de los 80, con situaciones y personajes que en la superficie eran una cosa, tenían una vida social normal, pero por debajo eran otra cosa.”
–La revisión del caso, por lo menos en cine y en el libro, no disimula que estos secuestros extorsivos en particular, aunque podrían definirse dentro de la criminalidad común, eran posibles gracias a ciertos vínculos con el poder.
–Claro, retorna la discusión de si Arquímedes Puccio aprendió las herramientas del secuestro gracias a conexiones con la Triple A, la SIDE, Tacuara. Pero si por un lado es una criminalidad absolutamente común, también es cierto que está respaldada por una supuesta impunidad derivada de la pertenencia social. Es una familia más que tiene una vida superficialmente normal, mientras por debajo hay otra cosa. A la vez, asocia criminalidad económica y un tipo de criminalidad más común pero a la vez organizada, que se asocia también con delitos de la dictadura.
–Hasta ahora, los productos de la industria cultural sobre el caso encuentran públicos.
–Hay que pensar en esos dos ejes. Por un lado, el interés de la industria que produce una serie que va a transcurrir durante la segunda parte del año y en la pantalla central del domingo, que tradicionalmente es el día de la pantalla familiar para entretenerse, sea el partido, o también programas de discusión política. El domingo a la noche, históricamente, es el horario de los programas políticos en Argentina. De alguna manera, pareciera que para la industria cultural éste será un producto que conjuga entretenimiento con discusión de actualidad, política, y el volver a contar la historia reciente. Eso en clave de la industria cultural. Ahora, por qué, como audiencias, nos vemos interpelados e interesados por esas historias es súper interesante.
–¿Por qué impacta así el repaso de este caso y no de otro?
–Es poderosa la fachada de la familia normal, de cinco hijos, uno de los cuales es la juventud prometedora y el éxito deportivo. Es una fachada de la familia tipo pero que va a permitir discutir interrogantes propios de las historias policiales: qué lleva a matar, por qué hacerlo si tenés una casa digna, vivís en San Isidro, vas a colegios buenos, empezás a tener un futuro dentro de un deporte tradicional como el rugby. ¿Por qué querer más? Es un delincuente que no condice con el enfermo lombrosiano, que primero pasa la barrera de lo legal y después mata. Las noticias policiales son las que más espacio ocupan en los medios de comunicación, eso está estudiado. Un informe de la Defensoría del Público, de este año y el anterior, muestra que es el tópico prevalente en los noticieros de aire de los canales de Buenos Aires. La noticia policial prevalece por sobre las noticias de información general y políticas. En ese sentido, no hay mucho para agregar más que lo obvio, y es que las noticias policiales se reproducen porque pueden ser las más baratas de producir y causar, además, un impacto seguro en la audiencia.
–¿Lo que sucede a cuento de este caso puede leerse también desde el lado de la relación que mantienen los públicos con los discursos securitarios?
–Una de las primeras cosas que se pueden pensar es cómo puede reaparecer la cuestión de la inseguridad como una matriz de época asociada a este tipo de caso, que no es exclusivo de esa época pero sí da cuenta del modo actual de entender la seguridad. El estereotipo de delincuente que se presenta ahí no es lombrosiano enfermo ni el estereotipo asociado a las clases populares, el pibe chorro, de gorrita, sino la idea de amenaza fantasmal. El vecino inofensivo, el sujeto normal que puede estar en cualquier parte, donde menos lo pensamos. No quiero decir que desaparezcan los estereotipos del criminal como pibe chorro, el pobre, pero sí que la figura de Puccio se puede pensar en vinculación con cómo impactó, hace un par de años, el caso de Angeles Rawson, cuando resultó acusado el portero Mangeri. Ese portero estaba en la puerta del edificio, cuando estaban los móviles de televisión, curioseando con los vecinos, casi como Arquímedes salía a barrer la vereda para evaluar si se escuchaban ruidos del sótano. Hay algo de una matriz de época vinculada con la idea de que cualquiera puede ser el victimario. No es un estereotipo definido en un tipo de sujeto particular. Hay algo ahí quizá que se puede asociar a cómo se vive hoy la idea de la inseguridad, en un contexto histórico distinto. Eso puede ser una explicación a por qué, después de ver la película y leer el libro, podemos sentarnos a ver 11 capítulos, a pasar 11 domingos a la noche, en el momento de la pantalla en familia, viendo una historia aberrante.
–El modo en que se consumen la película, el libro y lo que se anuncia de la miniserie tiene algo transgeneracional, también.
–Que para la serie y la película hayan elegido a nuevos galanes como Pedro Lanzani y el Chino Darín, y después a actores súper reconocidos como Guillermo Francella, Cecilia Roth es un indicador también. Va lo top de distintas generaciones, son elencos multitarget. A la vez, es otro modo de contar la historia reciente –y no tanto– a partir de pequeñas historias, a la manera de Felipe Pigna o Daniel Balmaceda. Esas pequeñas fotos que sirven para contar la historia. Acá es lo cotidiano sórdido pero lo cotidiano al fin. Tal vez al leer el libro, ver la película o la serie, la familia que comparte el consumo no se siente identificada con la familia Puccio, sino con el vecino que no sabía lo que pasaba en esa casa, el que lo supo después. Igual que como se cuenta, muchas veces, en relación con la dictadura.
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