Martes, 8 de marzo de 2016 | Hoy
Por Mariana Carbajal
Cintia Verónica Laudonio confió en el sistema: rompió el silencio, pidió ayuda, denunció, tramitó una orden de exclusión. Pero no alcanzó. Ni la policía, ni la Justicia, ni el municipio, ni la provincia de Buenos Aires quisieron escuchar sus gritos pidiendo ayuda. Si las políticas públicas que ofrece el Estado no son efectivas para proteger a las víctimas de violencia machista, ¿por qué no se intenta cambiarlas? Si una mujer se metiera por el techo del hogar donde duerme plácidamente su ex junto a sus tres hijos y lo acuchillara, ¿se miraría la escena con tanta resignación? ¿La Justicia sería tan indiferente? ¿Cuántas más tendrán que ser blanco de femicidas para entender que algo tiene que cambiar, que no alcanza con que se separen, denuncien y tramiten perimetrales, que no es suficiente que cambien la cerradura, que tampoco las protege un botón antipánico? Son muertes avisadas. Eso me duele. No me resigno a seguir contándolas, como moscas muertas que caen al piso bajo la acción de un insecticida. El cambio de paradigma es urgente. Una mirada integral del problema y presupuesto abundante, es un imperativo. La Justicia bonaerense archiva los pedidos de ayuda de las mujeres. Lo dice con claridad el informe del Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo que se presentó ayer: el 75 por ciento de las causas que se abren por lesiones leves y amenazas contra mujeres en el fuero Penal se archivan.
Este 8 de marzo está teñido de rojo sangre, de despidos de mujeres, –muchas probablemente con hijos y jefas de hogar–, teñido por la detención arbitraria de una dirigente social, por las heridas de bala que sufrieron dos militantes de Nuevo Encuentro, por la orden de no cubrir más noticias de femicidios en el portal Infojus y el borrado de las investigaciones de delitos como la trata. La despenalización del aborto, la igualdad en el mercado laboral, una respuesta integral a las víctimas de violencia machista, la incorporación de la perspectiva de género en la justicia, paridad en la representación política e igualdad de oportunidades en la ciencia y en la tecnología, son puntos ineludibles de una agenda de género. Hoy no quiero que me regalen flores ni que me digan “feliz día”. No quiero promociones en un shopping. No es un día de celebración. Es un día de activismo y reflexión.
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