Hace 4000 años una lluvia de meteoritos impactó en el Chaco austral. El sábado, un equipo de la Asociación de Astronomía de la provincia, halló uno de los fragmentos más grandes caídos entonces, una pieza que –de acuerdo con el primer pesaje– superó las 30 toneladas, algo que lo ubica como el segundo más grande del mundo, detrás del Hoba, de Namibia. Es la primera vez que un hallazgo de esta magnitud se da gracias a los estudios preliminares de un equipo completamente integrado por chaqueños. El hallazgo del Gancedo –que fue bautizado con ese nombre por sus descubridores en homenaje al municipio que tiene jurisdicción sobre Campo del Cielo– llevó días de trabajo en “una zona complicada” porque el agua brotaba cada vez que cavaban, contó a este diario Mario Vesconi, presidente de la Asociación e Astronomía del Chaco. El domingo, con la colaboración de una grúa y tras “más de tres horas de trabajo conjunto, porque se resbalaba”, pudieron extraerlo y confirmar la excepcionalidad de la pieza.

En diálogo con Página/12, Vesconi contó que el equipo llevaba un tiempo realizando estudios de exploración del terreno, la zona más baja de un grupo de cráteres llamados San Agustín. “Por los sondeos sabíamos que era una zona complicada, que se nos iba a llenar de agua. Cuando metíamos una pala enseguida brotaba agua”, explicó, y detalló que las señales de advertencia las habían obtenido, al comenzar “por cráter 8 en una zona de paleocauce -en referencia a los cauces cubiertos por limos y arcillas de origen fluvial– con magnetometría”, que permite medir la fuerza y dirección de los campos magnéticos.

Al comenzar las tareas en el denominado cráter 27, donde hallaron al Gancedo, en un zanjón de 60 metros por cuarenta, “ya sabíamos a que nos enfrentábamos, con las napas tan cercanas” explicó Vesconi. Sin embargo, la sorpresa fue dar con una masa espacial de forma esférica de 2, 5 metros de diámetro a una profundidad de 2,16 metros, que es considerada baja.

“Empezamos a hacer la zanja con la retroexcavadora y al hacer la primer línea se rompe la manguera hidráulica y nos quedamos sin el equipo”, contó el presidente de la Asociación. “Nosotros estábamos en tareas de prospección, de relevamiento, no teníamos previsto usar equipamiento. Por eso fue fundamental que el Municipio mandara otro equipo para poder seguir limpiando el terreno, que es lo que hicimos”, añadió.

Sin embargo, detalló Vesconi, “al profundizar el trabajo y separar los laterales empezaron los problemas con la napa de agua”. “Se nos inundaba todo y tuvimos que recurrir a las bombas de achique que nos trajo la municipalidad. Nunca nos pasó tener tanta agua, las paredes se nos colapsaban y las tareas se hacían muy dificultosas. A las nueve de la noche del sábado abandonamos los trabajos porque estábamos con la iluminación de las camionetas que nos servían de soporte. Nos fuimos el sábado por la noche sin saber todavía que tamaño tenía el meteorito”, recordó.

Finalmente, dijo el experto, “recién el domingo pudimos extraerlo. Había llegado la grúa que tenía que colocar el meteorito Chaco en su nueva plataforma y les pedimos que sacaran el Gancedo”. “Primero nos dijeron que no creían poder moverlo, pero accedieron a intentarlo. Llevó más de tres horas de trabajo conjunto porque se resbalaba, se soltaba la linga, pero al final, lo cinchamos bien y lo sacamos”, contó a este diario.

El bólido fue trasladado al parque, frente al Centro de Interpretación de Campo del Cielo, donde será exhibido hasta que le construyan una plataforma adecuada y tenga un lugar definitivo. Con este descubrimiento, la provincia de el Chaco pasó a tener los dos meteoritos más grandes del mundo, detrás del Hoba, hallado en Namibia, que supera las 66 toneladas.

Campo del Cielo es un área de 1350 kilómetros cuadrados, ubicada al sudoeste de la provincia de Chaco, en la zona limítrofe con Santiago del Estero y el extremo noroeste de la provincia de Santa Fe. Sobre esa superficie, se desintegró un meteorito de 800 toneladas de hierro y níquel, todas ellas piedras espaciales que provienen del cinturón de asteroides de Marte y Júpiter y son contemporáneos de la formación del sistema solar.

Los pueblos originarios fueron testigos de aquella lluvia, un evento al que bautizaron como “piedras del rayo” y tras el cual consideraron a los meteoritos en tanto objetos que detentaban el poder de atraer la suerte o la desgracia.

El Gancedo fue bautizado por los trabajadores del equipo reducido de exploradores que lo hallaron, y eligieron ese nombre en honor al municipio donde se encontraba.