SOCIEDAD
Un programa para revitalizar las librerías porteñas con historia
Los recorridos turísticos incluirán datos de 38 librerías. Habrá mejoras edilicias y mobiliarias. Y un libro sobre los locales.
Por algunas pasaron personajes históricos como Bartolomé Mitre o Nicolás Avellaneda. En otras, la antigüedad de sus ejemplares alcanza a la época del Virreinato. Casi cuarenta librerías porteñas fueron seleccionadas para formar parte de un programa de recorridos guiados al público y la edición de un libro con reseñas y fotografías de cada una de ellas, que podrá ser encontrada en las bibliotecas, teatros, catálogos de difusión de la comuna y museos de la ciudad. La Secretaría de Cultura del gobierno porteño lanzará el próximo miércoles esta iniciativa, similar a la realizada con bares de Capital.
El Plan de Revitalización de Librerías Patrimoniales de la Ciudad también incluye un servicio gratuito de asesoramiento técnico para implementar reformas edilicias o de mobiliario en las librerías elegidas.
Las visitas se realizarán en el marco de los circuitos turísticos diseñados por el gobierno porteño para recorrer sus barrios. Para la selección de las 38 librerías se tuvo en cuenta “su vigencia histórica, su antigüedad y su valor arquitectónico”, según explicó el secretario de Cultura porteño, Gustavo López. El texto Librerías de valor patrimonial de Buenos Aires reúne a los locales seleccionados, entre los que se encuentran la librería de Avila, El Ateneo, El Túnel, Clásica y Moderna, Gandhi y Losada.
El sabor a historia se combina con la vigencia que mantiene la mayoría de los lugares elegidos. La librería de Avila, por ejemplo, fue el primer local de la “gran aldea” donde se vendió un libro. El lugar abrió sus puertas en 1785 como un negocio de ramos generales con el nombre de La Botica. Más tarde, pasó a ser la Librería del Colegio, hasta que en 1987 cerró sus puertas. Años más tarde, el local por donde habían pasado desde Domingo Faustino Sarmiento hasta Roberto Arlt estuvo a punto de convertirse en una hamburguesería de origen norteamericano. Pero Miguel Avila, un viejo conocedor del rubro, peleó su compra hasta ganarla, en 1992. Allí también funciona un bar literario que “pronto se convertirá en una pulpería literaria”, según las palabras del propio Avila.
Uno de los principales objetivos de la iniciativa es acercar estas historias a la gente. “Muchos consumen, pero no conocen la historia de estos espacios de encuentro, que son un sello de identificación de la ciudad. Esto es lo que queremos subsanar”, afirmó la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Silvia Fajre, quien además adelantó que el libro también estará a la venta en una tienda que la Casa de la Cultura abrirá en un mes, donde se podrán encontrar todas las publicaciones del gobierno porteño.
“Por acá pasaron todos”, resumió Liliana, del local Feria de Libros, en referencia a los escritores que fueron al negocio en búsqueda de antiguos ejemplares. Esta librería, al igual que muchas otras, vende sólo libros usados, adquiridos a coleccionistas o particulares que poseen obras legendarias o que parecían agotadas. En la lista de locales elegidos también figura El Túnel, el mismo nombre que Ernesto Sabato le puso a su primera novela, donde se pueden encontrar ejemplares desde el 1600. Otra de las seleccionadas es la especializada en teatro Fray Mocho, que recuerda con su nombre al escritor José Alvarez, que dirigió la revista Caras y Caretas, donde publicaba artículos con el seudónimo de Fray Mocho.
El Plan de revitalización de las librerías forma parte del programa de revalorización del patrimonio cultural e histórico lanzado por el gobierno porteño. Además de los bares, también están incluidas pizzerías, peluquerías de hombres y farmacias que guardan parte de la historia de la ciudad. “Cuando uno va a estos locales conociendo su historia, ve otras cosas, tiene otra mirada más enriquecida de ese mismo lugar”, señaló Fajre.
Informe: Maricel Seeger.