SOCIEDAD › OPINION
Paradojas sexuales
Por Florencia Polimeni
La democracia se funda en la construcción colectiva de consensos superadores de férreas posturas. Elaborar normas que conformen de igual forma a todos los sectores resulta a veces una tarea titánica imposible de conducir con éxito.
El consenso al que hemos llegado es que ya nadie discute la necesidad de brindar educación sexual. Ese consenso social debería haber sido razón suficiente para que no quedase espacio para la duda, la reflexión exagerada o el análisis minucioso. En el momento de la definición, lamentablemente no alcanzó a orientar la decisión de algunos legisladores.
La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires tuvo el martes la posibilidad de optar entre ejercer la política de manera constructiva, colocándola al servicio de los hombres y mujeres de esta ciudad, o reducirla a una apariencia donde se intentaba, por medio de una ley, cambiar la mera superficie. En síntesis, un verdadero gatopardismo.
Un escenario perfecto, un guión que se escribía con el desarrollo de los acontecimientos, pero donde determinados actores se aprestaron a interpretar papeles diferentes de los parlamentos a los que nos tenían acostumbrados.
No pretendo emitir un juicio sobre prácticas y usos propios de la política y hasta si se quiere del ámbito legislativo. Simplemente quisiera poder dejar sentado qué entiendo por nociones tan cercanas pero a la vez tan bastardeadas como representantes, voluntad, igualdad, libertad y responsabilidad.
El martes ocurrió una extraña paradoja: esas palabras, a la vez que cobraban un nuevo significado, se vaciaban de contenido. Los representantes de la voluntad popular se dividían entre dar soluciones a los problemas de la sociedad y emitir un voto de espaldas a la ciudadanía. La igualdad no era ya el objetivo último de la educación, sino un valor abstracto que sólo se declamaba. La libertad no formaba parte inherente de todo ser humano, independientemente de su religión u orientación sexual, se anulaba la capacidad de decidir de los niños, niñas y adolescentes de la ciudad. Y finalmente la responsabilidad de respetar la Constitución se diluía al punto de que en un debate legislativo hubiera quienes se atreviesen a desafiar las premisas acordadas para regir al Estado desde 1996, poniendo en tela de juicio incluso el significado de perspectiva de género.
No debemos ser resultadistas, más allá del recuento de votos. El debate en el recinto mostró la necesidad de que aquellos verdaderamente comprometidos con la educación sexual continuemos trabajando para garantizar que cobren realidad aquellos principios que ayer quedaron tan desdibujados.
“En lo más gratuito que pueda yo escribir asomará siempre una voluntad de contacto con el presente histórico del hombre, una participación en su larga marcha hacia lo mejor de sí mismo como colectividad y humanidad.” (Julio Cortázar, Saignon (Vaucluse). 10 de mayo de 1967 a Roberto Fernández Retamar en La Habana.)
* Legisladora porteña (Compromiso para el Cambio).