EL PAíS › EL PRESIDENTE LE OFRECIO LA EMBAJADA
EN CUBA PARA TENER LINEA DIRECTA EN LA HABANA

Marche una clase de salsa para Alessandro

La explosión pública del caso Molina produjo más recambios en la Cancillería. Alessandro reemplazará a Taleb; el experto en derechos humanos Leonardo Franco será el subsecretario de Política Latinoamericana y Horacio Méndez Carreras, abogado de la familia de las monjas francesas, irá a derechos humanos.

 Por Martín Granovsky

El presidente Néstor Kirchner eligió evitar cualquier sorpresa futura en la cuestión cubana. Mandará al Senado el pliego de Darío Alessandro, hoy subsecretario de Política Latinoamericana, como nuevo embajador en La Habana. Alessandro reemplazará así a Raúl Taleb, que habló de más y potenció la táctica de presión pública que el canciller Rafael Bielsa eligió para conseguir el permiso de salida de la médica Hilda Molina, abuela de dos chicos argentinos.
Kirchner personalmente ofreció el cargo a Alessandro, lo cual en política, y más cuando la oferta la recibe un político, aumenta las posibilidades de decir que sí. Fue una clara indicación de que la mayor preocupación del Presidente en ese momento era cubrir el puesto en La Habana con una persona de su confianza personal que no generase nuevos problemas.
Un funcionario del Gobierno dijo a Página/12 que uno de los elementos que Kirchner tuvo en cuenta para designar a Alessandro fue el nivel cero de vedettismo del ex presidente del bloque de diputados de la Alianza y miembro del sector frepasista que apostó a Kirch-ner.
Anoche Alessandro dijo a este diario que había aceptado la oferta del Presidente, pero se negó a desplegar argumentos sobre la estrategia en el caso Molina.
“Lo único que voy a decir es que el gobierno argentino continuará con el esfuerzo humanitario con la mayor eficacia”, afirmó.
La declaración implica, de hecho, considerar que con Cuba no habrá enfrentamiento político sino un pedido concreto por un caso concreto y que la eficacia puede equivaler a discreción.
El nombramiento de un subsecretario que sale de la Cancillería sin crisis –no la había con Alessandro, y por lo tanto tampoco Cuba es un exilio de oro– señala que La Habana se convirtió en un destino importante para Kirchner.
A partir de ahí hay dos lecturas posibles.
Lectura número uno: el Presidente eligió un nivel demasiado alto de embajador cuando antes Cuba no hizo lugar al pedido sobre la médica Molina.
Lectura número dos: al elegir un nivel alto y una persona de confianza, Kirchner decidió indicar a La Habana que por un lado reconoce la torpeza del manejo en el caso Molina y, por otro, hace un gesto del que espera reciprocidad en términos concretos.
Lo más probable es que públicamente el Gobierno busque “desmolinizar” la relación bilateral, que espere una situación de menor tirantez simbólica que la actual entre Cuba y los Estados Unidos y que encare el tema a través de una línea directa Kirchner-Alessandro. Así, Alessandro tendría en Cuba la representatividad oficial de la que careció Taleb, aliado del entrerriano Jorge Busti y una demostración de los peligros que entraña usar embajadas importantes en América latina para devolver favores de la interna justicialista. El canal en Buenos Aires siempre funcionó: es el embajador cubano, Alejandro Rodríguez Galiano, con buena llegada a la Casa Rosada y a la Cancillería.
La “desmolinización” no supondrá, según los funcionarios consultados ayer por este diario, que el reclamo por la médica saldrá de la agenda bilateral. Solo que el Gobierno buscará bajarle el perfil.
“Parece otro caso Blumberg”, dijo un secretario de Estado. “Pero lo peor es que al caso Molina lo regalamos nosotros por lo mal que actuamos.”
Bielsa quedó golpeado después de la crisis y la salida de su jefe de Gabinete, Eduardo Valdés, que en realidad fue un fusible de la estrategia que desplegó y asumió personalmente el ministro, incluyendo sus declaraciones en los Estados Unidos, su táctica de presión pública y su autorización para que Hilda Molina y su madre entrasen en la embajada argentina el miércoles pasado. Sin embargo, nadie en el Ejecutivo parece dispuesto a convertir el desgaste en destrucción. Más bien lo contrario, como surgió del encuentro que mantuvieron el canciller y el Presidente.
También tuvo un tono conciliador una reunión de ayer entre Bielsa y el vicecanciller Jorge Taiana. No trascendieron los términos exactos del encuentro, pero uno de los resultados del día de concordia y reconciliación fue la designación de Leonardo Franco en lugar de Alessandro. Bielsa tiene buena relación con Franco de cuando éste era funcionario de las Naciones Unidas en el área de refugiados. Taiana también, a tal punto que cuando asumió como secretario de Relaciones Exteriores le dejó el puesto de secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires a Franco. Duró muy poco, porque Felipe Solá le pidió la renuncia luego de un cuestionamiento a la ampliación de facultades policiales.
Franco, con origen político en la izquierda peronista, es un experto en derecho internacional de los derechos humanos y está ligado al Centro de Estudios Legales y Sociales. Bielsa lo conoce de cuando realizó trabajos de consultoría encargados por la ONU. En la elección de Franco pesó su trato fluido con Bielsa y Taiana a la vez. El Ejecutivo tuvo en cuenta la elección de una figura cuyo nombramiento no supusiera una humillación para uno u otro, o que marcara el tono de una batalla ganada por uno y una perdida por el otro.
“El Presidente les pidió que ninguno opere contra el otro”, dijo un funcionario de la Casa Rosada. “Inclusive les dijo que no reaccionaran ante lo que considerasen presuntas operaciones.”
En la sede del Gobierno, de todos modos, en ningún momento de la semana pasada y del desenlace de sábado y domingo hubo una visión de las cosas según la que el nudo del problema era la relación entre el canciller y su vice. “La discusión era la crisis con Cuba, no el vínculo Bielsa-Taiana”, explicaron.
Bielsa y Taiana estuvieron de acuerdo en el nombre de Horacio Méndez Carreras como encargado de derechos humanos de la Cancillería, otra virtual subsecretaría. El abogado de la familia de las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, secuestradas por un grupo operativo de la Escuela de Mecánica de la Armada, recibió la oferta directamente del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, pero luego supo que la cúpula de la Cancillería no lo consideraba como un llegado en paracaídas.
Méndez Carreras dijo en la Cancillería que trabajaría marcando una continuidad con la gestión de Alicia Oliveira, que ocupó el cargo hasta tres semanas y lo dejó por motivos personales que, explicó varias veces, no tuvieron relación alguna con el caso Molina.
Con los tres nombramientos quedó reestructurada la Cancillería de una forma en que podría preverse, por primera vez desde la asunción de Kirchner, un funcionamiento en línea, con un número uno y un número dos nítidos y sin que otras autoridades tengan mayor peso que ellos. Aníbal Gutiérrez, que como anticipó Página/12 será el nuevo jefe de Gabinete del canciller, no disputa poder interno y ya tendió lazos para evitar una ruptura.

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Darío Alessandro, de fugaz encargado de América latina a bombero discreto para apagar el incendio del caso Molina en nombre de Kirchner.
 
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