SOCIEDAD › SOÑO CON LA TRAGEDIA Y SE ARROJO DE UN BALCON
Traumas de un sobreviviente
Ezequiel se había salvado del incendio saltando del sector VIP. Según los expertos, su reacción es parte de los síntomas de estrés postraumático. Recomiendan no abandonar los tratamientos.
Ezequiel Denós salvó su vida en Cromañón y, sin querer, la puso en riesgo 48 días después. El trauma de la noche trágica se volvió a manifestar mientras caminaba por el misterioso terreno de los sueños: tal como había saltado de la zona VIP el boliche durante el incendio, se tiró desde el balcón de su casa creyendo que seguía en el boliche y aquel fuego aún ardía. Ezequiel se convirtió en el primer sobreviviente que puso en peligro su vida durante un estado de inconsciencia pero, según algunos especialistas, no es el único que atentó contra sí mismo: varios de los chicos que estuvieron en el incendio caminaron hasta límites peligrosos y violentos “arrastrados por la culpa de haber sobrevivido”. Lo hicieron y lo hacen de manera consciente, lo cual muestra la “urgencia de un tratamiento psicológico efectivo” y de la correcta “elaboración del duelo”, según el consejo del psicólogo Alfredo Moffatt.
“La saqué barata las dos veces”, dijo el joven de 24 años, desde la clínica donde está internado. Soñó que “estaba en el show y vi cuando se prendió una bandera, el humo que había, y me tiré del primer piso, según dice mi familia. Yo no recuerdo nada, para mí era todo un sueño”. Ezequiel vive en Hurlingham y perdió a un amigo durante el incendio. Después de aquello, “me agarré a trompadas tres veces en un mes, cosa que no me pasaba desde hace cinco años”. Por el salto se lesionaron sus piernas y fue internado en una clínica privada. Estaba en tratamiento psiquiátrico y padece un cuadro de estrés postraumático.
Ese tipo de estrés suele aparecer 30 días después de la situación crítica y sus cuadros sintomáticos son la irritabilidad, ansiedad, fobias, pesadillas o el insomnio “pero no saltar desde un balcón, nadie puso en riesgo su vida soñando; es el primer sobreviviente que tuvo una reacción de ese tipo”, se sorprendió ante Página/12 Daniel Mosca, jefe del Servicio de Stress Postraumático del Hospital Alvear, que atiende a unos 200 pacientes vinculados al incendio del boliche. En su criterio, un hecho como el que protagonizó Ezequiel “no se puede predecir”, por lo tanto los familiares o sobrevivientes “no tienen por qué tener miedo ni entrar en pánico, porque no van a tener síntomas de ese tipo”.
Para Alfredo Moffatt, las cosas son distintas. En una charla con este diario, el reconocido psicólogo social –que tiene contacto diario con sobrevivientes y familiares tanto en su casa como en el santuario de Once– reveló que “hay sobrevivientes que manifiestan síntomas como los del chico que saltó, pero de otras formas: peleas o ingesta peligrosa de alcohol. Lo que pasa es que hay una culpa de haber sobrevivido y desafían al riesgo del que se salvaron. Es como la actitud de volver al lugar del crimen para entender lo que pasó: ellos vuelven a desafiar a la muerte. A esto no hay que negarlo pero tampoco entrar en pánico”.
De acuerdo con el análisis de Moffatt, “cuando el trauma no se elabora sale en forma sintomática de sueño, pero no se resuelve dentro del sueño. Y una de las formas en que se puede resolver la patología de la pesadilla real es con el psicodrama, que es una vuelta al episodio traumático para resolverlo (en el marco de esa técnica). Revivir una vivencia tiene el destino terapéutico que permite relatar el trauma para sacarlo de la zona sintomática de la pesadilla. Siempre digo: ojo con no hacer el duelo –agregó Moffatt– porque cuando uno no hace el duelo aparecen autoagresiones que conllevan la pulsión de la muerte, y si eso no se lo trabaja en terapia, puede repetirse. Lo que le pasó al chico fue mientras estaba en estado de conciencia crepuscular, que es cuando la persona no sabe si está despierta o dormida. Y tuvo suerte de vivir en un piso bajo”.
El caso desató la polémica sobre el funcionamiento de la efectividad de la contención psicológica que reciben los sobrevivientes y familiares. Según Fernando Soto, abogado de varias víctimas, hubo al menos cinco intentos de suicidio –aunque quedó descartado que el de Ezequiel lo haya sido–, por lo cual calificó de “insuficiente” al servicio de Salud Mental del gobierno porteño. La respuesta estuvo a cargo del director general de Hospitales porteños, Arturo Faiad, quien afirmó que no hay constancias en la ciudad de esos casos y que Ezequiel y su familia hicieron “varias consultas” en el Hospital Fernández: “Queremos transmitir tranquilidad. Hubo registros de varias consultas del chico y se le dio la asistencia que corresponde”.
Informe: Adrián Figueroa Díaz.