SOCIEDAD

Las Locas de Amor van de la ficción a la vida real

Como en la serie de TV, un grupo de mujeres con el alta del Hospital Moyano convivirá en la primera “casa de convivencia” de la ciudad. La inaugura hoy el Ministerio de Derechos Humanos y Sociales, en el marco de la Ley de Salud Mental, que promueve la desmanicomialización.

 Por Pedro Lipcovich

Como en “Locas de amor”, varias chicas, externadas del Hospital Moyano, compartirán una “casa de convivencia”, dispuesta para ellas por el Ministerio de Derechos Humanos y Sociales de la Ciudad. Desde allí, asistidas cuando sea necesario por un equipo de especialistas, emprenderán la tarea de volver a valerse por sí mismas: buscarán trabajo y tratarán de conseguir vivienda estable, sobre todo “si se enamoran y se casan”, tal como comentó Patricia Malanca, responsable del proyecto. Todas ellas tienen el alta médica y comprobada habilidad para valerse por sí mismas. La casa, que se inaugurará mañana, es un aporte al muy demorado proceso de “desinstitucionalización”, dispuesto por la Legislación porteña: un integrante del Consejo General de Salud Mental observó que el Ministerio de Salud de la Ciudad “sigue sin llevar adelante las casas de medio camino” que ese proceso requiere. En cuanto a la referencia a “Locas de amor”, no es banal, ya que “ese programa ayudó a que la gente común desarrollara comprensión y tolerancia hacia los problemas de salud mental”, según la especialista.

La casa de convivencia, que se inaugurará hoy, tiene capacidad para ocho mujeres, pero inicialmente albergará a cuatro, de entre 30 y 55 años. Ayer “la gente del Preasis (Programa de Externación Asistida para la Integración Social, del Ministerio de Derechos Sociales y Humanos) almorzó con las chicas que van a vivir allí. Las mudanzas generan mucha ansiedad en cualquier persona y hay que atender a que en ninguna de ellas se produzca una descompensación. Por lo pronto, todo va sobre rieles”, contó Malanca, directora general del Sistema de Atención Inmediata del Ministerio de Derechos Humanos y Sociales.

Las cuatro habitantes de la casa fueron seleccionadas de entre las internas del Hospital Moyano a partir de requisitos estrictos: entre ellos, “deben contar con el alta médica del hospital y con un diagnóstico de recuperación de habilidades que incluya la capacidad para autoadministrarse medicación, si la necesitaran; no deben disponer de familia continente ni medios para proporcionarse vivienda por sí mismas”, precisó Malanca. Para llegar a esa selección, hubo un trabajo conjunto de varios meses con las autoridades del Moyano. Las mujeres habían pasado entre tres y cuatro años internadas en esa institución.

Convivirán solas en la casa y estarán en contacto con un equipo profesional compuesto por trabajadora social, psicólogo, médico, psicóloga social, abogado y nutricionista. “La nutricionista, básicamente, les va a enseñar a cocinar”, comentó la directora: “La idea es que tengan total y plena autonomía”. Las habitantes han acordado “un contrato, no formal, con el Preasis, por el cual residirán durante un año en la casa; se las proveerá del Programa de Ciudadanía Porteña que les permitirá comprar comida con tarjeta de débito; se las acompañará si es necesario en su búsqueda de trabajo; se las orientará para obtener recursos sociales a los que tienen derecho –detalló Malanca–: por ejemplo si se enamoran y se casan, podrían requerir subsidios del Instituto de la Vivienda”.

La psicóloga social conducirá reuniones “donde se trabajará lo convivencial: como en todo grupo humano, es previsible que se generen liderazgos, quizá chivos expiatorios y otros fenómenos”. Malanca destacó que “renlazar socialmente a una persona que ha estado internada puede requerir un lapso prolongado y deben respetarse los tiempos y procesos de cada uno”. Observó también que “a diferencia de las de medio camino, las casas convivenciales ofrecen un tratamiento no terapéutico sino social”.

A esta casa de convivencia seguirá otra para externados varones, que se abrirá este mismo año, y otras dos que se administrarán “en cogestión con diversas ONG”, las cuales serán elegidas “mediante convocatoria pública con un jurado externo”, anticipó Malanca. La ministra del área, Gabriela Cerruti, anunció también la creación de “una casa de medio camino parachicos; no existe todavía ninguna en la ciudad y los nenes con problemas psiquiátricos permanecen en el Tobar García”.

Al mismo tiempo, Angel Barraco –que representa a la Legislatura porteña en el Consejo General de Salud Mental– deploró que “en el ámbito del Ministerio de Salud de la Ciudad, siguen sin llevarse adelante las casas de medio camino, cuando ya se cumplieron seis años de la ley que exige estos dispositivos: mientras no se apueste presupuestariamente a ellos, la desinstitucionalización no será más que un canto de sirena”. Barraco advirtió que, dependiendo de Salud, “funciona una sola de estas casas, con pacientes del Borda”. Días atrás, el ministro del área anunció la creación de otras cinco, antes de fin de año.

Cerruti destacó la importancia de propiciar “el sistema de casas de convivencia y de medio camino, en contraposición a los grandes establecimientos asilares que mantienen segregados a sectores vulnerables”.

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Patricia Malanca y Ezequiel García, responsables del proyecto.
Imagen: Sandra Flomenbaum
 
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