Lunes, 4 de diciembre de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › EN SILLAS DE RUEDAS CONTRA LAS BARRERAS URBANAS
Personas con discapacidad recorrieron el centro para evidenciar la falta de accesos. Hubo pintadas de advertencias y reclamos.
No se ven. No están. Pero son miles los discapacitados motrices que viven en la ciudad, aunque en las calles sólo se encuentra a un puñado. El resto de ellos prefiere no salir de su casa por las grandes dificultades que tiene para circular, como consecuencia de la falta de accesos adecuados para sillas de ruedas. Lo sufren cada vez que intentan realizar actividades cotidianas, como entrar a un cajero automático o usar un baño público. Así lo dejaron en evidencia dos ONG a través de un “rally en silla de ruedas” por el microcentro, en el que a cada dificultad arquitectónica dejaron una marca pintada con un logo alusivo.
La original actividad fue llevada a cabo por las entidades Acceso Ya y Rallyconurbano y buscó mostrar la cantidad de barreras con las que se tiene que enfrentar un discapacitado para circular por la Capital Federal, espacio testigo que buscó representar lo que ocurre en todo el país.
“Hay que abrirle la cabeza a la gente sobre este tema. Hay que mostrarlo en la práctica porque, si no, es difícil de imaginar para quien no lo vive. Los que vivimos con la discapacidad hace mucho ya aprendimos a sobrellevarlo, pero las dificultades son tantas que muchos se frustran y deciden no salir a la calle”, sostuvo Mauro, uno de los participantes de la protesta, que hace cerca de dos décadas vive sobre las dos ruedas.
Tres grupos partieron desde el Colegio Nacional de Buenos Aires, con sus oscuras e intransitables escaleras, y llegaron por diferentes caminos hasta el Correo Central. Gastaron varios envases de pintura en aerosol y dejaron el sello de “Acceso Ya” por todos lados. Las barreras arquitectónicas para su circulación aparecían, empecinadas, en todas las cuadras.
La imagen de otro de los que se engancharon haciendo willy con su silla en la entrada de una boca de subte, ante las amenazantes escaleras que hacen imposible su acceso a la estación, parece una postal del problema. Es otro de los tantos quehaceres que un ciudadano que puede caminar realiza a diario, pero para los discapacitados se transforma en un trámite casi infranqueable.
Lucía Rodríguez, directora ejecutiva de Acceso Ya, contó que los participantes tenían “una serie de misiones que cumplir, que representan las pequeñas proezas cotidianas que significan para un discapacitado cuestiones como pedir un café o comprar algo en un comercio”.
Esas dificultades serán relevadas y luego integrarán un informe que se presentará ante la Comisión para la Plena Participación e Integración de las personas con Necesidades Especiales (Copine), dependiente del Ministerio de Derechos Humanos de la ciudad, y también al CGP de la zona recorrida, con el fin de conseguir las modificaciones pertinentes.
Pero la integración no se consigue sólo con acciones desde el Estado, y ellos lo saben. Por eso la idea de mostrar la problemática en la práctica, porque la solidaridad con los discapacitados en la calle no es lo que abunda. “La mayor parte de la gente te ayuda, pero si se lo pedís. Es raro que te ofrezcan asistencia por propia voluntad”, graficó Mariana, que en el recorrido mostró mucha habilidad para trasladarse, pese a las complicaciones.
La experiencia se completó con la invitación a personas sin discapacidad a usar una silla de ruedas. Fue la manera más vívida de comprender la situación. “Terminé exhausto”, contó uno, con una gota recorriendo su frente.
Informe: Eugenio Martínez Ruhl.
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