Miércoles, 27 de diciembre de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › UN CIRUJANO PLASTICO FUE HALLADO APUÑALADO EN SU CASA DE NUÑEZ
Jorge Guillamondegui, de 65 años, había sido cirujano plástico en el Hospital Pirovano. La casa no estaba revuelta. Sospechan que una amante lo entregó tras cobrar la venta de un inmueble.
Cramer al 3000, más precisamente en el primer piso de Cramer 3013, entre Quesada e Iberá. Ningún signo de desorden, nada que haga pensar en puertas o ventanas forzadas ni cerraduras violentadas, nada que llame la atención. A excepción del cuerpo del cirujano jubilado Jorge Guillamondegui, de 65 años, que aparecía caído de boca al costado de su cama, totalmente desnudo y con tres heridas punzantes en la nuca. Según los investigadores, el crimen ocurrió el viernes entre la tarde y la noche. Como una muletilla, los investigadores repiten que “no se descarta ninguna hipótesis”. La que menos se descarta cree que lo mataron buscando el dinero de la venta de una propiedad y que quien lo mató era un conocido o entró de la mano de un conocido. Siguiendo esa hipótesis, la sospecha que menos se descarta se tiende sobre una novia de 25.
Guillamondegui había ejercido como cirujano plástico en el Hospital Pirovano durante dos décadas. Como jubilado, llevaba un buen pasar. Algunas versiones sostienen que estaba a cargo o era dueño de dos geriátricos. Otras, que era propietario de dos de los cuatro departamentos que se encuentran en el mismo edificio de Cramer 3013. Precisamente uno de ellos fue vendido hace poco tiempo y el dato es como adrenalina en el olfato de los investigadores. Guillamondegui estaba separado hacía varios años y tenía dos hijos. Uno de ellos, Oscar Federico, de 36 años, es quien descubrió el cuerpo de su padre. Lo había llamado desde el sábado y como no le contestaba, el lunes pasó por la casa.
Según fuentes de la investigación, los hijos no tenían las llaves y el único que contaba con un juego de copias era un amigo de la víctima, un tal Carlos, dueño de una playa de estacionamiento donde el cirujano dejaba su auto. “Habíamos arreglado en que íbamos a pasar la fiesta a Gualeguaychú. El último día que nos vimos fue el viernes pasado a la mañana, pero lo llamé el sábado y el domingo por teléfono y no lo encontré –aseguró Carlos–. A mí me extrañó porque estaban las ventanas abiertas. Entonces, pensé que Jorge estaba por el barrio y que lo iba a ver en cualquier momento, pero no fue así. Sólo yo tenía las llaves de su casa. Ni siquiera sus hijos.”
Oscar, el hijo del cirujano, después de llamar por teléfono, ayer fue a la casa de su padre, tocó el timbre y como no contestaba fue hasta el estacionamiento, donde pidió las llaves a Carlos. Después se dirigió de vuelta a lo de su padre. Vio la ventana del frente del primer piso abierta y le llamó la atención, pero decidió entrar de todas formas. No encontró nada revuelto, pero cuando entró en la habitación encontró a su padre asesinado.
Los investigadores sospechan que en el crimen intervino alguna mujer. Según revelaron, Guillamondegui tenía una novia o una amante de alrededor de 25 años. Fuentes policiales sugirieron que tendría también por costumbre establecer citas de acompañantes por teléfono. Lo cierto es que quien haya ingresado a la vivienda lo hizo porque el cirujano le abrió la puerta. “Estamos investigando si franqueó el ingreso a alguien –dijo un investigador–, probablemente una mujer, o si alguien lo estaba esperando afuera y lo obligó a que le abriera la puerta. En el primer caso, esa mujer, en una distracción, puede haber abierto la puerta a uno o más hombres que mataron al cirujano.”
Según los primeros datos visuales, Guillamondegui fue asesinado de tres puntazos en la nuca. Se encontraba totalmente desnudo, a un costado de la cama. En la casa no había ningún tipo de desorden. Los investigadores están tratando de detectar si la víctima tenía el dinero de la venta del inmueble guardado en su casa o depositado en un banco. Por ahora, sólo se puede hablar de un misterio con destellos en el fondo.
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