Sábado, 17 de marzo de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › LOS DOPANTES YA MUEVEN MAS DINERO QUE LA COCAINA
Unas 31 millones de personas se dopan en el mundo. Los más usados son anabólicos, testosterona sintética y las hormonas.
Por Carlos Arribas *
A finales de febrero, un agente de aduanas del aeropuerto de Sydney dio el alto al actor Sylvester Stallone, que llegaba a Australia para promocionar su última película, Rocky Balboa. En su maleta portaba 48 ampollas de Jintropín, hormona de crecimiento china comprada por Internet, un producto prohibido usado para aumentar la masa muscular y disminuir las grasas. El caso de “Rambo” no es aislado: según un informe de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), 31 millones de personas en el mundo se dopan. El tráfico de sustancias dopantes mueve más dinero que el de cocaína.
La industria del dopaje es una empresa global que genera ganancias medidas en decenas de miles de millones de euros y en la que los deportistas profesionales, los que acaparan los grandes titulares, son consumidores minoritarios, aunque los más publicitarios. Casi tanto como los actores –en el mundo del porno hay una gran demanda– y otras gentes del espectáculo. El resto –la mayoría de los que consumen las 700 toneladas de esteroides anabolizantes (unas 14.000 millones de dosis), las 70 toneladas de testosterona sintética (el consumo de 1,5 millón de personas) y los 34 millones de viales de EPO y hormona del crecimiento (dos millones de consumidores) que se distribuyen anualmente– lo componen deportistas aficionados, musculitos de gimnasio, guardaespaldas, policías varios y militares.
El negocio tiene consecuencias desastrosas para la sanidad de los países industrializados, los más consumidores, y para la salud de sus habitantes, especialmente de los más jóvenes, cada vez más propensos a construirse un cuerpo falso mediante la química de las hormonas, según alerta el informe, elaborado por el especialista italiano Sandro Donati con datos de Interpol.
El gusto de los soldados por el doping, por sustancias como las anfetaminas, que mantienen el cuerpo despierto y generan atrevimiento y optimismo, o como los esteroides anabolizantes, que crean músculo y ánimo agresivo, no es una novedad sorprendente. Los esteroides anabolizantes –sintetización en laboratorio de la testosterona, la hormona masculina– fueron desarrollados por científicos nazis y administrados, juntamente con anfetaminas, a sus soldados en el frente, también conejillos de indias en este sentido. Y si en la guerra del Vietnam la mayor preocupación de los generales estadounidense era la adicción de sus soldados a la marihuana, droga evasiva, en las actuales operaciones de Irak y Afganistán el producto estrella son los esteroides, que la tropa adquiere por Internet –beneficiándose de las tarifas de correo inexistentes– o en los campamentos de camellos locales establecidos alrededor de sus cuarteles. Así, en agosto de 2005, la policía italiana se incautó de 215.000 dosis de esteroides al desarticular en Trieste, en la frontera con Eslovenia, una trama que vendía por Internet sustancias prohibidas a los soldados estadounidenses de Irak. Como prueba, los centenares de paquetes con esteroides que llegaban devueltos a correos por tener mal puesta la dirección.
En la historia de Stallone, que ahora anda por Tailandia rodando otra secuela del musculoso Rambo, nada es casual. Todo es global. Por ejemplo, la Guardia Civil española encontró recientemente en Madrid gran cantidad de medicamentos y productos prohibidos, entre ellos, varias cajas de Jintropín, la misma hormona de crecimiento china usada por Stallone para asumir los cuerpos de Rocky y Rambo.
Aunque el Jintropín, de los laboratorios GeneScience, se fabrica legalmente, la mayor parte de las sustancias se fabrican en laboratorios clandestinos, sin control sanitario, con lo que a los efectos inherentes al producto se deben sumar los provocados por su escasa fiabilidad.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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