Domingo, 15 de abril de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › EL JUICIO DEL CASO GARCIA BELSUNCE
Esta semana estuvo dominada por el estado del cuerpo de la víctima: si se usó pegamento para cerrar los orificios de bala, si hubo una coima para frenar la autopsia, si se mantuvo lejos a los patrulleros ese día.
Por Raúl Kollmann
La polémica sobre la utilización de la Gotita para cerrar los orificios de bala en la cabeza de María Marta García Belsunce, la supuesta coima para que no se hiciera la autopsia y la movida para que no se acercara la policía dominaron la octava semana del juicio por el caso García Belsunce y serán los temas que se mantendrán en el centro de atención hasta el final del juicio. En la semana que se inicia es casi seguro que el fiscal Juan Romero Victorica, que estuvo en el velatorio de MM, sea el testigo que produzca más repercusión.
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¿Se utilizó la Gotita para disimular la existencia de los disparos?
La forma en la que el doctor Néstor De Tomas percibió la existencia de pegamento fue llamativa. Afirma que viendo el video de la autopsia se dio cuenta de que tres de los orificios de bala estaban cerrados y por algún movimiento de los forenses está seguro de que allí había pegamento. Sin embargo, los dos médicos que hicieron la autopsia, Héctor Moreira y Carlos Flores, designados por el fiscal Diego Molina Pico, declararon bajo juramento que no había pegamento en la cabeza de MM y descartaron que se haya aplicado la Gotita.
Página/12 le hizo a De Tomas la siguiente pregunta:
–¿Cómo es posible que usted haya visto en el video algo que los propios forenses que hicieron la autopsia dicen que no existió?
–No tengo respuesta para esa pregunta –contestó el médico asesor de la Procuración que en aquel momento encabezaba Eduardo De la Cruz, máximo impulsor de la acusación contra Carrascosa. Un dato asombroso es que el fiscal Molina Pico sólo llamó a declarar a De Tomas, que nunca tuvo contacto con el cuerpo, y en cambio no convocó como testigos a los forenses que hicieron el trabajo, Flores y Moreira. Ellos ya declararon durante la etapa de investigación y serán testigos de la defensa cuando terminen de pasar por el juicio los testigos del fiscal.
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Pero hubo un perito químico que dijo que hay una gran posibilidad de que lo hallado en la cabeza de MM sea cianoacrilato, un elemento que está en la Gotita.
El perito químico Luis Ferrari, de la Asesoría Pericial de la Corte bonaerense, fue quien hizo ese diagnóstico en el juicio. Originalmente, Ferrari había dicho que el peritaje sobre los tacos –así se llama la muestra de piel que rodea los orificios de bala– debía realizarlo la Gendarmería que, según dijo, contaba con el laboratorio más sofisticado. Efectivamente, la Gendarmería hizo el estudio y dictaminó que los únicos elementos hallados fueron estroncio y plata. El procurador insistió en hacer una pericia, que después fue realizada por Ferrari. Por escrito, dictaminó que existía ciano –no cianoacrilato– en una de las seis muestras. El ciano, incluso, no estaba siquiera en el orificio. Ahora Ferrari declaró que “hay una alta posibilidad de que el ciano corresponda a cianoacrilato”. Otros dos peritos de la Universidad de La Plata participaron de aquella pericia, Luis Gambaro y Jorge Sambeth. Consultados en aquel momento por este diario, dijeron que afirmar que se encontró pegamento en los orificios era una desnaturalización de la pericia. Según el criminalista Raúl Torre, el ciano está en el fulminante de los proyectiles, en piojicidas, tinturas y también en el éter.
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¿Se pagó una coima para que no se hiciera la autopsia?
La revelación fue hecha por una amiga de MM, Inés Ongay, que vive en Bariloche. Según ella, la madrastra de María Marta, Marialita, le habló de balazos en la cabeza muy poco después del crimen. Marialita, en su declaración judicial, dice que efectivamente tuvieron aquel diálogo, pero fue después de la autopsia, cuando ya se sabía de los disparos. En cambio, Ongay insiste en que otra amiga de la familia, Pichi Taylor, le contó que se había pagado una coima porque Carrascosa quería evitar la autopsia. Habrá que ver qué dice Taylor cuando declare. De todas maneras, lo importante es evaluar la hipótesis de quién podría haber cobrado una coima para impedir la autopsia. Desde ya que quien tenía la potestad de ordenarla o no era el propio fiscal Molina Pico, pero es obvio que esa alternativa es descabellada. En teoría, entonces, la única alternativa podrían ser los médicos que estuvieron en la casa en los momentos posteriores a la muerte. La idea es que les pagaron para que no dijeran nada de los balazos y así se esquivaba la autopsia. Sin embargo, el doctor Santiago Biasi, quien declaró en forma furibunda contra la familia García Belsunce, nunca dijo que siquiera hubieran intentado coimearlo. Por último, si hubo coima a los médicos, no tiene sentido que por iniciativa de John Hurtig se haya convocado al fiscal Molina Pico y al jefe de la Departamental de Investigaciones de San Isidro, Aníbal Degastaldi. Ambos estuvieron en el velatorio, antes de la inhumación de MM en la Recoleta.
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Los García Belsunce pidieron que no fuera la policía.
Efectivamente esto es así. Esta semana, el ex presidente del country Carmel Alberto White dijo que aquel día lo llamaron para pedirle que no deje entrar a un patrullero que estaba en camino. El pedido provino de un amigo de los García Belsunce, Sergio Binello. Pero incluso el propio Horacio García Belsunce hijo admitió en el expediente que le pidió al comisario Angel Casafús que no le enviara ningún patrullero. La explicación que da toda la familia es que en aquel momento, convencidos de que se trataba de un accidente, querían “evitar la presencia de un patrullero que provocaría aún más dolor al papá y la mamá de MM”, según dijeron en forma reiterada. Todo eso ocurrió el domingo, horas después del asesinato de la socióloga. Con el correr de las horas, John Hurtig fue insistiendo en sus dudas. Por ejemplo, ¿cómo se resbaló MM si estaba con las zapatillas puestas? Eso llevó a que finalmente fueran llamados el fiscal y la policía, en concreto, el jefe de investigaciones de la Bonaerense en San Isidro. Durante el velatorio, cuando estaban los dos funcionarios, ocurría que la mayoría de la familia y el fiscal Juan Romero Victorica, que fue por razones de amistad, seguían convencidos de que todo fue un accidente. Molina Pico admitió esa hipótesis y por eso no ordenó la autopsia de inmediato.
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