Domingo, 15 de abril de 2007 | Hoy
EL PAíS › ESTA SEMANA SE REUNEN URUGUAYOS Y ARGENTINOS POR LAS PAPELERAS
Miércoles, jueves y viernes se verán las delegaciones formadas por los jefes de Gabinete y cancilleres de ambos países, el gobernador electo de Entre Ríos y la secretaria Picolotti, de vuelta en escena. Las expectativas de mínima son reabrir canales de diálogo.
Por Irina Hauser
Después de haber estado un año a cara de perro, los gobiernos argentino y uruguayo se encontrarán en el Palacio de El Pardo, en las afueras de Madrid, para intentar destrabar lo que hasta ahora fue un diálogo de sordos. Tendrán la ayuda especial de quien los convocó: el facilitador nombrado por el rey de España. Argentina va a reiterar su pedido de máxima, o sea, la relocalización de la planta de la papelera que la empresa Botnia está a punto de terminar en Fray Bentos. Pero como esa opción parece bien complicada, la delegación oficial llevaría bajo la manga una batería de propuestas dirigidas a evitar la contaminación. En la Casa Rosada, de todos modos, no esperan que de las tres reuniones previstas para esta semana salga una solución mágica y definitiva. Incluso hay quienes creen que lo mejor es dejar tendida una mesa de negociación que se estire en el tiempo, pasen las elecciones de octubre y se conozca el esperado fallo de la Corte de La Haya, que deberá decir si condena al país vecino, acusado de violar el Tratado del Río Uruguay.
Los encuentros se extenderán desde el miércoles 18 hasta el viernes 20 y por ahora tienen “programa secreto” o “discreto”, según dicen funcionarios madrileños. La organización quedó a cargo del canciller español, Miguel Angel Moratinos. El facilitador Antonio Yáñez Barnuevo pondrá las reglas del juego y podrá, quién sabe, hacer una propuesta al menos para romper el hielo. El gran enigma es si llevará noticias de las conversaciones que mantuvo con la empresa Botnia y con el gobierno de Finlandia desde diciembre del año pasado.
A esta altura, la mudanza de Botnia –principal reclamo de los ambientalistas que bloquean los pasos fronterizos– es una opción difícilmente viable, según admiten fuentes oficiales. Nunca dirán imposible, aclaran. Voceros de la empresa ratificaron a este diario que la planta comenzaría a funcionar entre agosto y septiembre. Esto implica que el Gobierno debe buscar otras estrategias intermedias para negociar, pero tampoco puede admitirlo abiertamente porque tendría un fuerte costo político. Por lo pronto, es evidente que vería con alivio que la pastera al menos postergue su inauguración hasta después de las elecciones presidenciales.
Los representantes políticos argentinos en Madrid serán el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el canciller Jorge Taiana y el gobernador electo de Entre Ríos, Sergio Urribarri. La espada técnica la llevará Susana Ruiz Cerutti, la jefa de asuntos legales de Cancillería que se convirtió en jurista mimada del Gobierno a partir de su despliegue en La Haya. Una sorpresa: volvería al ruedo la secretaria de Ambiente Romina Picolotti, quien había sido desplazada de escena. Picolotti asesoraba a los vecinos de Gualeguaychú y promocionó su apuesta a que el Banco Mundial suspendiera los créditos a Botnia, una estrategia que fracasó y que le generó roces con la Cancillería. La idea de que viaje a España se debería en parte a que Uruguay envía a su par de Medio Ambiente, Alicia Torres, pero puede leerse también como una renovación de confianza y como una señal hacia los asambleístas. En el equipo oriental estarán también el secretario de Presidencia de Tabaré, Gonzalo Fernández –un funcionario afín al Fernández argentino–; el canciller Reinaldo Gargano y el secretario de su cartera, José Luis Cancela.
La intervención de la corona española en el conflicto fue promovida en noviembre por el presidente Néstor Kirchner después de varios meses de distancia con el gobierno de Vázquez. La sintonía entre ambos se cortó sobre abril del año pasado. Los presidentes habían acordado en Chile una tregua: Uruguay se comprometía a impulsar la suspensión de las obras de Botnia y la española Ence por noventa días y Argentina propiciaría el levantamiento de los cortes. Pactaron también una cumbre en Colonia para encaminar el trabajo de una comisión binacional que determinaría el impacto ambiental acumulativo de las pasteras. Pero la papelera finlandesa se negó a interrumpir su construcción y el presidente uruguayo dio marcha atrás con el acuerdo. Dijo que no tenía nada más que hablar. La cumbre fue suspendida.
Agenda abierta
El gobierno de la otra orilla se mostró esquivo respecto del proceso de “facilitación”. Tabaré repitió una y otra vez: “No negociamos con los puentes cortados” y “Botnia no se mueve”. Los funcionarios argentinos consideran la reunión en Madrid como un primer paso para reconstruir el maltrecho diálogo. La negociación propiamente dicha será en una instancia posterior, aclaran, lo que no quita que esta semana haya intercambio de ideas y cada quien deje sus cartas sobre la mesa. Como muestra de flexibilidad, el canciller Taiana dijo públicamente que se conversará a “agenda abierta”.
Argentina insistirá con su mayor pretensión, que es la relocalización de la planta de Botnia, para la cual aún sostiene la oferta de financiar el traslado. Reiterará su reclamo de preservación del ambiente y dejará en claro la convicción de que el país vecino violó el Estatuto del Río Uruguay, firmado en 1975, al decidir en forma unilateral la instalación de las papeleras frente a Gualeguaychú. La mudanza de Ence fue fruto, en 2006, de gestiones políticas de alto nivel de argentinos y españoles. Los técnicos porteños prevén que una única papelera tendrá consecuencias igualmente dañinas. La empresa finesa dice que oficialmente producirá una tonelada de pasta de celulosa al año. Pero en despachos de Gobierno están convencidos de que se irá incrementando con el tiempo. Ocurrió en Brasil, ejemplifican, donde una planta manejada por la compañía sueca Stora Enso y la brasileña Aracruz empezó con 900 mil toneladas en 2005 y ya superó los dos millones. Es probable que uno de los puntos de las conversaciones en Madrid se centre en la búsqueda de un límite a la producción.
Los expertos argentinos, además, advierten que el impacto ambiental no puede medirse sobre la nada: se debe calcular en relación con las características del río Uruguay e incluir una proyección en el tiempo. La Cancillería se quejó desde un comienzo porque el Estado vecino retaceó información al respecto. Uruguay dice que no tiene por qué exigirle precisiones a Botnia. Este asunto es otro candidato a colarse en el debate de los próximos días. Podría llevar, entre otras cosas, a revisar el funcionamiento de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), creada por el Estatuto, que debía canalizar todos esos datos “sensibles”. Fuera de esto, Argentina ya deslizó su voluntad para solventar económicamente salidas destinadas a evitar la contaminación de las aguas, como la construcción de un ducto que lleve los desechos de la pastera hasta el Río de la Plata, una idea que acuñó el ministro de Ganadería uruguayo, José “Pepe” Mujica.
Hasta ahora Uruguay sólo ofertó un monitoreo conjunto del funcionamiento de la papelera. La Casa Rosada ha rechazado sistemáticamente esa opción, que equipara con admitir un fracaso y, dicho brutalmente, con sentarse a observar la catástrofe. Algunos funcionarios, sin embargo, sugieren que muy a largo plazo un monitoreo bien reglado, que fiscalice la producción, será una alternativa.
Condicionantes
Aunque Uruguay insista con sus quejas sobre los cortes de ruta, los representantes argentinos intentarán poner el tema en un plano secundario y descansar en lo que ven como una fortaleza: que la Corte de La Haya rechazó el reclamo oriental por los bloqueos. Todo indica que las discusiones en el Palacio de El Pardo, un castillo que mandó a construir Carlos V y que pertenece a la realeza, “van a ser duras en términos políticos”. Para la delegación argentina está claro que cualquier alternativa a la relocalización no será bien recibida por los ambientalistas, que en Gualeguaychú siguen en corte permanente. En este contexto, la agenda electoral es un condicionante no menor. Hay quienes se quedarían contentos con lograr una suerte de nueva tregua en son de paz con Uruguay, mantenerse activos en la controversia y, por qué no, esperar al fallo de la Corte Internacional sobre la demanda que inició Argentina, en la que el tribunal ya advirtió que hasta podría ordenar el desmantelamiento de las obras si se demuestra un daño irreversible. La resolución se espera para fin de año.
Los españoles están haciendo grandes esfuerzos para que todo salga bien. Sería un importante logro político para ellos. Pero los contrincantes sólo tendrían la chance de llevarse de recuerdo la foto con el rey Juan Carlos de Borbón si este primer acercamiento da algún fruto.
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