Sábado, 19 de mayo de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › ABSUELVEN A LA VICTIMA ENJUICIADA COMO VICTIMARIA
Una mujer golpeada por su marido terminó acusada de ser cómplice del abuso de él a la hija de ambos. Ayer resultó absuelta.
Por Mariana Carbajal
La Justicia finalmente absolvió a la joven que era golpeada brutalmente por su marido y estaba acusada junto a él de ser copartícipe del delito de abuso sexual y lesiones graves contra su hija de 6 años: se le imputaba no haber protegido a la nena de la violencia paterna. La fiscal del juicio comprendió el régimen de terror en que vivía la mujer y no realizó acusación. “Es un acto de justicia reparadora. Lo lamentable es que Soledad haya pasado tres años en la cárcel. Es la historia de una mujer olvidada, que hubiera sido un caso anónimo con una condena inmerecida si no lo tomaban nuestros abogados”, consideró Hugo Cañón, presidente de la Comisión Provincial por la Memoria, cuyo Comité contra la Tortura patrocinó legalmente a la muchacha.
“Quiero que mi hijo esté libre, que mi hijo no esté más en la cárcel. Mi hija me necesita”, pidió Soledad G. al declarar ante el Tribunal Criminal Nº 7 de San Martín que la juzgó junto a Claudio, su ex pareja, por los mismos delitos: abuso sexual calificado y lesiones graves cometidas contra la hija de ambos. La joven, de 27 años, tuvo a su segundo hijo a las dos semanas de llegar a la cárcel. En las próximas horas recuperará su libertad, después de permanecer tres años encerrada, sin ver a su hija mayor, que estaba al cuidado de su abuelo materno. El fallo contra el hombre se conocerá el jueves.
Durante las dos audiencias del juicio oral y público quedó en evidencia que Soledad G. –cuya historia publicó el jueves Página/12– era víctima de violencia en el ámbito del hogar tanto como su hija y que desconocía el abuso sexual que sufría la pequeña. “Nos pegaba con la mano, piñas, nos mordía, nos pegaba con varillitas, nos hacía arrodilar con arroz en el piso, le cortaba el pelo a mi hija, la quemó con cigarrillo. Nos vivía pegando”, contó en su declaración. Detalló además que su ex pareja en una ocasión, estando ya embarazada, le arrojó agua caliente sobre el vientre, que Soledad logró esquivar: a los jueces les mostró las marcas de las quemaduras que todavía persisten en su cara. Otra vez, recordó, la agredió cortándole el pelo también a ella. Varias veces, aseguró, quiso matarla. Su relato estremeció a los presentes, entre ellos, la hermana Martha Pelloni, el propio fiscal federal de Bahía Blanca y presidente de la Comisión por la Memoria y otros integrantes del organismo provincial, como la ex legisladora bonaerense Elisa Carca. Sus palabras reconstruyeron el terror al que las tenía sometidas el hombre, tanto a ella como a la nena.
Soledad y su ex compañero fueron detenidos en mayo de 2004 después de que ella decidiera llevar a la pequeña a la Fundación Felices los Niños. Por entonces el cuerpito de su hija estaba repleto de marcas de golpizas y quemaduras. “Llevé a M. al hogar porque no tenía otro lugar para llevar a mi hija, para protegerla. Y no me arrepiento, porque si no la hubiese llevado yo no estaría acá y ella no estaría tan hermosa como está ahora. Porque nos hubiese matado. Por eso”, afirmó Soledad en el juicio. La mujer contó que nunca se animó a denunciar a su ex pareja por miedo a las represalias.
La situación económica de ambos era muy precaria: ella cobraba un subsidio de 150 pesos del Plan Jefas y Jefes de Hogar y él hacía changas. Los jueces José Angel Marinato, Eduardo Parto y Gustavo Varvello escucharon también el testimonio de los hermanos de Soledad, que dieron cuenta de cómo Claudio la había aislado de la familia. Los abogados de la joven pusieron al descubierto la invisibilización de la violencia de la cual era víctima Soledad por parte de las distintas instancias judiciales que intervinieron en la caso. A pesar de ver las marcas de golpes que tenía, ni en la comisaría de José C Paz, donde fue detenida ni en el juzgado de Menores que tiene la tutela de la niña, ni la fiscalía que investigó la causa, nadie se preguntó si podía ser ella también víctima de malos tratos.
“Pudimos instalar la problemática de la violencia de género, pudimos mostrar que ella estaba sola, con miedo, y que su voluntad estaba viciada, que no se le podía reprochar no haber cuidado a la nena. Ella jamás le había pegado y desconocía el abuso: nunca hubiese cooperado a que se produjera”, señaló Sofía Caravelos, una de las abogadas del Comité contra la Tortura que la defendió.
Ayer, la fiscal del juicio Noemí Carreiro desistió de realizar la acusación. En la provincia de Buenos Aires, la ausencia de acusación significa una absolución.
Soledad dejará en las próximas horas la Unidad Nº 33 de Los Hornos, con su hijo de tres años. Si su historia no hubiera sido detectada por integrantes del Comité contra la Tortura, probablemente el final hubiera sido otro. “Es una historia de marginación y pobreza. Nuestras cárceles están pobladas de personas abandonadas y olvidadas, que el Estado descarta”, reflexionó Cañón. Por delante la joven tiene un largo y doloroso proceso de revinculación con su hija, a quien no abraza desde hace tres años.
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