Domingo, 27 de mayo de 2007 | Hoy
La policía del estado de Mato Grosso realizó una demostración de rescate en un ómnibus. No se sabe cómo las armas estaban cargadas con munición real y el público acabó acribillado.
Rondonópolis es una ciudad brasileña situada en el estado de Mato Grosso, en el centro del país. Ayer se conmemoraba allí el Día de la Ciudadanía y sus habitantes se habían volcado a las calles, para participar de distintas ceremonias. En ese marco, la policía militar del estado había organizado un entrenamiento que, desde el vamos, parecía no tener relación alguna con el festejo. Se había programado un simulacro de secuestro, con toma de rehenes, en un autobús, con participación de varios batallones del Grupo de Operaciones Especiales (GOE). Por razones que nunca terminarán de entenderse, en la teatralización los agentes usaron balas de plomo en lugar de salvas de fogueo. El resultado del despropósito fue dramático: un niño de 12 años resulto muerto y otras 12 personas, todas ellas civiles, sufrieron heridas, dos de gravedad. “Las balas de verdad fueron usadas por un lamentable error”, fue la explicación que dio, unas horas después del hecho, la jefatura de la Policía Militar.
“Cuando los policías entraron al autobús e hicieron los primeros disparos, vimos cómo las ventanillas se rompían y algunas personas caían al piso. Sólo después nos dimos cuenta de que la munición era real y que los caídos habían sido alcanzados por balas de plomo”, relató un testigo entrevistado por la red de televisión brasileña RMT. Un niño de 12 años, identificado como Luis Henrique Dias Bulhoes, cayó al recibir un disparo en la cabeza que fue producido por un agente del Batallón 5 de la Policía Militar de Mato Gro-sso. El chico falleció horas después.
El simulacro había comenzado bien y los chicos que participaban parecían estar en una película de acción que terminó mal. Durante uno de los enfrentamientos simulados, entre policías y presuntos secuestradores, un grupo de chicos se acercó al lugar, muy próximo al autobús supuestamente copado por terroristas. La escena, hasta ese momento inocente, se desarrollaba en una zona muy concurrida del barrio Jardín de las Flores. El gobernador del estado, Blairo Maggi, y el secretario de Justicia y de Seguridad Pública, Carlos Brito, además de expresar sus condolencias públicas, ahora serán los responsables del seguimiento de la investigación que tendrá que realizarse para determinar las causas y los responsables de la tragedia ocurrida ayer, en horas de la mañana. Entre los 12 heridos figuran seis niños que permanecen internados –dos de ellos muy graves– en el hospital regional.
Las víctimas habían salido de sus casas para presenciar y participar de un desfile cívico que contó con la participación de estudiantes, bomberos y policías militares del GOE, todo ello organizado por el municipio de Rondonópolis. Las ambulancias de la asistencia pública llegaron al lugar pocos minutos después para dar asistencia a las víctimas. El chico Dias Bulhoes, con una herida sangrante en la cabeza, fue rescatado todavía con vida, pero murió cuando recibía las primeras atenciones en el hospital local. Tenía varios fragmentos de bala alojados en su cabeza.
De acuerdo con lo estipulado, la simulación del secuestro con rehenes debía hacerse utilizando munición falsa, para que el accionar, tanto de policías como de supuestos delincuentes, tuviera el toque de veracidad necesario, pero sin riesgos. Según informó el portavoz de la Policía Militar, mayor Alberto de Barros Neves, cada efectivo es responsable por cargar sus armas. De todos modos, hay un responsable de distribuir la munición que usaron las unidades que intervinieron en el simulacro.
Una de las primeras decisiones tomadas con vistas a establecer las responsabilidades que corresponda fue la de secuestrar todas las armas presentes para que los peritos de la Policía Civil puedan analizarlas y determinar de cuáles de ellas salieron las balas mortales. Un total de ocho agentes del Grupo de Operaciones Especiales intervinieron en el operativo, para mostrar la forma en que se actúa frente a una emergencia de este tipo. El día negro de la policía se completó en Río de Janeiro, donde el agente Joao Vicente Sá, luego de una discusión sin mayor importancia, sacó su arma reglamentaria y disparó en tres oportunidades contra un estadounidense residente en Brasil, el profesor de inglés Josmer Ernest Martins, de 30 años. El docente murió.
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