En General Pico no andan con vueltas: un grupo de católicos más que conservadores denunció ante el Vaticano a tres sacerdotes salesianos porque celebraban misas en alpargatas y jeans. La denuncia alude al “incumplimiento de normas, disposiciones litúrgicas o cuestiones de vestimenta, que no se condicen con lo que debe ser un sacerdote católico”.

Los denunciados son los párrocos Pablo Bustos, Raúl Hernández y Néstor Zubeldía, quienes están a cargo de la parroquia Nuestra Señora de la Merced, la capilla Nuestra Señora de Luján y de varios oratorios de la comunidad salesiana de General Pico, 135 kilómetros al norte de Santa Rosa. El caso se disparó más allá de las botamangas porque el grupo de ultramontanos, los nombres de cuyos integrantes no trascendieron, a su vez saltearon precisas disposiciones jerárquicas porque puentearon al obispo de La Pampa, Adolfo Brédice.

Como se trata de asuntos de Iglesia, la jerarquía nacional dispuso escuchar las dos campanas. Y envió a un inspector con estrictas órdenes modistas. El sacerdote Horacio López, platense, recorrió el tejido social de los piqueños en uno y otro sentido, entrevistó y recorrió preguntando.

De acuerdo con lo que algunos fieles dialogaron con López, dejaron trascender que éste regresaría con muy buena impresión sobre la tarea que realizan los sacerdotes y al parecer no se juzgaría como trascendente que en lugar de sotanas y zapatos vistieran alpargatas y jeans.

Por otro lado, muchos fieles que apoyan a los curas acusados sostuvieron una obviedad: que la nota fue enviada por católicos conservadores, y añadieron que se quedan con “la vestimenta pero no con el trabajo solidario y diario que realizan los sacerdotes”.

Los cuatro o cinco autores de la nota fueron considerados como “difamadores” por los fieles que asisten a las misas, y generó como respuesta una masiva concurrencia a la misa de domingo, cuando centenares de fieles se acercaron para participar y respaldar a los tres salesianos rebeldes.