Jueves, 22 de noviembre de 2007 | Hoy
La investigación del triple crimen de Entre Ríos derivó adonde apuntaban las sospechas: el hijo del funcionario judicial. El joven confesó y quedó detenido en una clínica psiquiátrica.
Por Raúl Kollmann
M. salió ayer al mediodía del juzgado con las esposas puestas. En la noche anterior concurrió al velatorio de su padre, Miguel Bressán, secretario de un juzgado penal; de su madrastra, Silvia Taleb, y del hijo de 20 meses de ambos. Parece que en ese momento tomó la decisión de confesar y por la mañana fue a ver al juez Maximiliano Benítez, a quien le contó la verdad: que era el autor del triple crimen de Concordia. Como M. tiene 17 años, el magistrado se declaró incompetente y le pasó al expediente al juez de Menores, Rodolfo Jáuregui, y éste resolvió anoche internar al adolescente en una clínica psiquiátrica. El móvil del triple homicidio fue un durísimo conflicto familiar. Silvia Taleb, la nueva pareja de Bre-ssán padre, tenía muy mala relación con el joven, al punto de que ambos no podían estar juntos. Trascendió que cuando el adolescente iba a la quinta de los Bressán, se metía o lo metían en un galpón y que incluso M. mandaba mensajes de texto amenazantes. “Es una víctima más de este caso”, dijo ayer el juez Benítez refiriéndose a M.
Cuando el joven fue ayer a confesar la autoría del triple crimen, la suerte ya estaba echada. Las pruebas en su contra eran lapidarias, como suele suceder con quienes no tienen experiencia en el delito.
- Un remisero declaró que el domingo lo llevó hasta la finca de Colonia Yeruá.
- El dermotest mostró que tenía rastros de pólvora en las manos.
- La camioneta del padre, sustraída por el homicida, fue vista delante de la casa del adolescente el domingo al atardecer.
- Se supo que había comprado los proyectiles calibre .380 en un taller de recarga de balas.
- Se detectaron los mensajes de texto amenazantes.
- Su coartada era endeble. Dijo que estuvo caminando por Concordia el domingo, pero no pudo presentar ningún testigo.
- En sus ropas había manchas de sangre.
Todo indica que el triple homicidio fue en el marco de un ataque de furia o producto de una acumulación de odio, especialmente contra la madrastra. A Silvia Taleb le apoyó el caño del arma en la espalda y le disparó seis veces. Al padre lo mató de seis tiros y al bebé de dos.
Bressán era un cuestionado secretario judicial. Varias veces fue acusado de firmar dudosas órdenes de detención y allanamientos pedidos por la policía de la zona. Su esposa también tuvo una estrecha relación con los uniformados. Fue delegada judicial, o sea un vínculo entre Justicia y policía. Tal vez ese perfil de personalidad llevó a Bre-ssán a regalarle a su hijo un arma calibre 22 y a enseñarle hace pocos meses a disparar. No sabía en ese momento que le estaba dando una instrucción fatal al adolescente.
Bressán tenía dos familias en forma paralela. Con Norma Bernard, la madre de M., tiene otros tres hijos más, dos de ellas mujeres. El secretario judicial sólo reconoció a M., que es el mayor, y después se negó a reconocer a los otros tres. Con Silvia Taleb tuvieron a Facundo, de 20 meses, que también resultó muerto en el triple crimen. Las cosas transcurrían entre verdades y mentiras. M. llevaba a Facundo a escondidas a la casa de Bernard y la relación con su madrastra era más que tirante. Lo cierto es que algo se fue desarrollando dentro de su mente y todavía no está claro si planificó lo ocurrido durante bastante tiempo o fue una explosión de furia del mismo domingo.
Después de hacer una primera confesión, asistido por el abogado Arturo Mac Loughlin, M. fue derivado al juez de Menores. El joven no puede ser enviado a una cárcel común y las normas indican que debe ser puesto “en lugar adecuado para su mejor estudio durante el tiempo indispensable”. El juez Jáuregui ordenó por ello la internación en la clínica psiquiátrica San José de Concordia. Lo más probable es que el magistrado considere que M. es peligroso para sí mismo y para terceros, por lo cual es muy probable que disponga que siga internado durante bastante tiempo. Mientras tanto, irá recibiendo las pericias psiquiátricas correspondientes y habrá que ver si en un proceso judicial es declarado imputable o inimputable. Una de las medidas que suelen tomar los jueces de menores es sacar al imputado de la zona en la que ocurrieron los hechos, de manera que es casi seguro que en poco tiempo el joven será trasladado a una institución similar ubicada en otro lugar de la provincia.
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