“Desde el aire, los caminos de tierra se ven como si fuesen ríos”, describió ayer, a Página/12 el secretario de aviación civil salteño, Ricardo Funes. Hace dos semanas que no para de llover en el norte de Salta y al menos 12 mil personas se encuentran aisladas, la mayoría en Santa Victoria Este, donde la población es mayormente aborigen. “Por el momento no hay evacuados en esa zona, estamos pudiendo contener a la gente. Sí tenemos 80 personas evacuadas en Salta capital porque se derrumbó una de las barreras del río Vaqueros”, informó a este diario la ministra de Desarrollo Humano local, Silvia Miranda. Mientras se espera por la ayuda que el gobierno nacional enviará hoy, varias fuentes comentaron que el Ejército podría aportar uno o dos helicópteros. Se estima que el temporal seguirá hasta el viernes próximo.

“Muchas de las casas de los aborígenes son de adobe y tienen techos de paja, por eso piden plástico y chapas para poder cubrir los techos. Hace una semana que sobreviven gracias a un puente aéreo que hacen un helicóptero y dos aviones”, le comentó a Página/12 Francisco Marinaro, secretario de Abordaje Territorial. Según explicó este funcionario, las personas aisladas usaban la ruta 54 para dirigirse al centro bancario y comercial de la zona: la ciudad de Tartagal. “Hay al menos 14 kilómetros de esa ruta bajo el agua”, dijo Marinaro, quien cree que no “hace falta evacuar” mientras puedan seguir llevando mercadería.

El puente aéreo, según detalló el piloto Ricardo Funes, tiene su base en Tartagal. Desde esa ciudad parte “el Herculito” –un avión Arava que soporta hasta dos mil kilos de carga– que aterriza en Santa Victoria Este y Rivadavia, una sobre el margen del Pilcomayo y la otra sobre el río Bermejo. “Una vez en la pista de aterrizaje de estas ciudades cabeceras, la Gendarmería controla la mercadería para evitar saqueos y parte un helicóptero que baja en los puestos sanitarios de las localidades afectadas”. Se trata de asentamientos como El Cruce, Padre Coll, Misión Anglicana, Alto La Sierra o La Paz. Allí, según relató Funes, “los pobladores viven en casas precarias, pero se niegan a autoevacuarse: están afincados a su tierra. En época de lluvias corren a los animales hacia zonas altas y planifican sus cultivos en lugares alejados del río”.

Por su parte, la ministra de Desarrollo Humano mencionó que se encuentran “en la etapa de asistencia crítica. Primero enviamos chapas, bolsones alimentarios, colchones, frazadas y ropa hasta que termine el temporal, después entraremos en la asistencia específica, enviando asistentes sociales para detectar cualquier tipo de problemas, desde la desnutrición hasta los casos de violencia doméstica”, aseguró Silvia Miranda. Parte de la ayuda, según la ministra, proviene de las dos aduanas que tiene la provincia: “Les pedimos muchas de las cosas que ellos incautan del contrabando, ropa y frazadas, por ejemplo”. También recibirán un aporte desde la Nación, cuyo gabinete está “comprometido con la emergencia”, manifestó ayer el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, quien dialogó con el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, “para analizar las obras de infraestructura que se requieren en forma urgente”.

La gente que se autoevacuó en Salta capital y alrededores fueron alojados en Centros Integradores Comunitarios (CIC), mientras en esa ciudad, según fuentes locales, cuarenta personas del comando de emergencia recorren los barrios afectados –en especial al norte y sudeste de la ciudad– para acercar víveres. Sin embargo, el intendente de Santa Victoria Este, Moisés Balderrama consideró “escasa” la ayuda que llega a esa zona y advirtió que puede haber “desabastecimiento porque faltó la carne y las frutas y verduras se están agotando”.