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“La policía persigue, reprime a los chicos y después tenés que romperte el orto para sacarlos. Cuando vas a la Justicia te dicen ‘yo no hice la ley’ y no hay una sola persona en el juzgado que se haga cargo, que diga ‘yo represento la ley porque creo en ella’. Y lo meten preso a tu hijo y lo tiran a la basura y no lo atienden.” El que habla, o más bien grita, es Ernesto Feyling, padre de Emmanuel. Este abuelo de 63 años vino varias veces a Buenos Aires para charlar con Página/12 y entre seca y seca de su porro artesanal aseguró: “Ahora mi hijo está entre la mierda, entre los gusanitos y en un pabellón de alta seguridad. Y esto, así como te lo digo a vos, se lo dije a ellos (los magistrados)”.

–¿Y qué cara ponen?

–Al principio me echaron, pero después me escucharon. Y volví y no pudieron sacarme a patadas. Yo digo la verdad, quiero que me den toda la causa para poder defender a mi hijo. Estoy pidiendo algo que me corresponde.

–¿Y por qué no se la dieron?

–Es lo que quiero que me expliquen. Me dicen que no me la pueden dar porque no es para que se publique, que es “una cosa íntima”. A mi abogado le dicen que “está en secreto de sumario”. Vos leés lo que dice en el informe ambiental y te das cuenta de que la policía no puede juzgarnos a nosotros.

–¿Qué sabe de los otros acusados?

–Se fueron porque les avisaron antes del allanamiento. Nosotros no cometimos ningún delito, nunca vendimos. Jamás una prueba en contra nuestra.

–¿Qué opina sobre la prohibición de cultivar y tener marihuana para consumo personal?

–Si yo prohíbo la yerba, la yerba va a seguir circulando, va a aumentar de precio y la van a producir oculta porque bueno, todos tomamos mate. Esa es la primer mafia, la prohibición: hecha la ley hecha la trampa. Segunda trampa: perseguir a los que producen la droga ocultamente porque ellos hicieron la ley e incautarles el producto y después, vender el producto que incautaron es la tercera trampa. ¡Tres veces mafiosos! Y se lo dije al secretario del juez y el tipo no me pudo decir nada. “Este no es el ámbito”, me decía. Y encima meten presos a los consumidores como una función social y el pueblo pide más seguridad.

–Ni usted ni su hijo reconocen a la ley que lo juzga.

–Nosotros podemos pensar y vivir al margen del Estado. El margen lo pusieron ellos, yo no tengo margen. Yo a ellos no los margino, que sigan con su locura, yo no les prohíbo nada. Tenemos un proyecto de bien común, de condominio, de amor al prójimo, a la naturaleza, de arraigo, de cultura, la tierra es nuestra. Anticapitalista. ¿No está diciendo la Presidenta que se murió el neoliberalismo?