Jueves, 5 de marzo de 2009 | Hoy
El empresario Guillermo Coppola, que se entrenaba físicamente con el profesor de educación física asesinado, contó ayer que la mañana del día en que ocurrió el crimen estuvo comentando con la víctima lo que le había pasado a Gustavo Lanzavecchia, el florista de Susana Giménez. De hecho, el crimen ocurrido el viernes pasado sucedió a sólo diez cuadras de donde mataron a Hernán Landolina.
“Yo lo veía todos los días y ayer tipo once y media me llamaron para avisarme lo que había pasado. Fui uno de los primeros en entrarme por un concuñado de Hernán, que agarró el celular de él y vio mi número entre los últimos marcados”, relató el ex representante de Diego Maradona. Entre otras cosas, Coppola dijo sentir “mucha preocupación y miedo” y aseguró: “Vivimos mirando a los costados y poniendo rejas hasta en las ventanas del baño”. Aunque reconoció no ser “un conocedor” en materia de seguridad, recordó su paso por la cárcel durante los ’90 y aseguró: “Hasta los delincuentes cambiaron, antes no eran así. Lo chorros no hablaban de que había que matar por matar”.
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