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Para el ministro de Educación de la Nación ya no se puede ser indiferente al uso de drogas por parte de los jóvenes. “El camino prohibicionista, instalado desde la culpa, en lo negativo, no sirve más”, aseguró Alberto Sileoni, quien estuvo reunido el martes pasado con Mónica Cuñarro, presidenta del Comité Científico Asesor en Materia de Control de Tráfico Ilícito de Estupefacientes, Sustancias Psicotrópicas y Criminalidad Compleja. Tras el encuentro, el ministro aseguró: “Hay que hacerse cargo de estas cuestiones con un paradigma distinto”. En diálogo con Página/12, Sileoni expuso los desafíos que plantea revertir el desconocimiento que rodea al tema en el cuerpo docente y en los alumnos.

–¿Qué es lo que ocurre hoy con las campañas de prevención?

–Hay de todo. Por ejemplo, gente de la policía que concurre a los colegios para explicar el tema... Aún creyendo que lo hacen de buena fe, es insostenible la escena. Quizás el sermón servía antes, pero hoy no.

–Muchas veces prevalece el desconocimiento entre los maestros.

–Lo mismo nos ocurre con la educación sexual. El 98 por ciento de los docentes está de acuerdo con que se dé, pero la mitad no sabe cómo hacerlo. A veces tienen representaciones equivocadas, como los padres.

–¿Cómo piensan solucionarlo?

–Dando información precisa, científica, libre de prejuicios, axiológica pero no en términos morales. Al mismo tiempo, vamos a trabajar en lo que llamamos “prevención inespecífica”, es decir, reforzar las actividades como el turismo, las orquestas juveniles o el deporte. Por otra parte, vamos abrir talleres donde se pueda hablar sobre problemáticas juveniles y generar confianza de a poco. Los pibes no se acercan si, como dicen ellos, la propuesta es “careta”. Hay que escucharlos más, esa es la clave.

–¿Cuál es para usted la ventaja que tienen los profesores por sobre los padres en este tema?

–Tienen la distancia afectiva óptima, no son los padres pero tampoco son extraños. Hoy algunos de ellos quieren dar pelea, otros no pueden ver el problema, o mejor dicho, no quieren verlo. También hay muchos que no saben qué hacer. Por eso, creo que falta información veraz para profesores y alumnos. No podemos ser indiferentes ni ocultarnos en posturas morales.