Jueves, 26 de agosto de 2010 | Hoy
Por Emilio Ruchansky
Desde Copiapó
“Amor tienes mucha razón es un milagro y debemos disfrutarlo, dando gracias a Dios Rey y Salvador, te quierooo. Dile a mamá que ke toy bien.” Carmen Baeza guarda la respuesta de su marido Juan Andrés Illanés Palma en una carpetita, junto a las fotos del hombre con el que vive desde hace 25 años en Chillán, al sur de Chile. Dicen que en la mina San José se pagaba bien porque era insegura. Ella no lo sabe, pero admite que su marido dejó otra mina, en la que también trabajaba en la parte elecromecánica, porque ganaba mucho más. “Nunca me dijo cuánto, pero se notaba que tenía más plata. Entró acá para pagarle la universidad a nuestro hijo, él quiere que vivamos bien”, comenta.
Illanés Palma trabajaba siete días y descansaba otros siete. Su esposa vino con su hijo. “A él le gustan la carpintería y los autos, tiene un taller en casa y dejó todo listo para hacer una mesa. Es muy alegre, cada vez que llega a casa pone Credence, los Bee Gees o Neil Diamond, prende la tele, baila. No soporta el silencio. Seguro que debe sufrir mucho abajo con tanto silencio”, cuenta Baeza, que se dedica a cuidar ancianos.
Baeza tardó una semana en venir desde el derrumbe en la mina porque estaba shockeada. Dice que estaba por perder la esperanza cuando supo que estaban todos vivos. Hasta ayer, no hablaba con la prensa y si se acercó a este cronista, admite, es porque tenía ganas de tomarse un mate dulce, “que aquí en el norte no venden ni yerba”.
Hay un rumor de que el millonario Leonardo Farkas intenta conseguir, a través de donaciones, un millón de dólares para cada minero atrapado. Ella sonríe, por primera vez en la charla, cuando imagina a su esposo cumpliendo el sueño de montar una carpintería en Chillán. “Sería lindo después de toda la locura que le falta sufrir allá abajo.”
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