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Más que moda, el fervor por los tragos es una tendencia global. “Así como el mercado en todo el mundo se gourmetizó o se premiumizó, el mundo de las espirituosas giró hacia la calidad”, dice Gastón Regnier, editor de la especializadísima revista Bar and Drinks y conocedor que, de tanto profundizar, llegó a la conclusión de que está inmerso en un universo casi infinito.

La moda hasta hace no mucho, cuenta, eran los tragos de autor: “En todo el mundo había millones de recetas distintas, que en una de ésas ni los propios bartenders podían repetir”. Ahora, en cambio, se trata de que “cada uno hace su versión de un clásico. Vos podés pedir mojito de maracuyá acá, mañana otro de mango en otro país, en otra ciudad, pero siempre la referencia es el mojito, el original. Eso fue mucho más productivo para el consumo, porque la gente sabe qué tomar, qué pedir, y entonces exige marcas de bebidas, sabe cómo se hace. Ahora estamos en esa tendencia, tiene por lo menos para cinco años más. Después veremos. Son ciclos”.

–Entonces se volvió a tener un standard como referencia ahora.

–Sí, por eso cuando vos ponés un bar, tenés que tener la receta oficial. Y mundialmente la clave está en las barras de los hoteles: si un turista ya tomó el mismo trago en 25 países, va a esperar que la hagas bien. Y va a notar si no es así. La coctelería tiene mucha relación con la industria del turismo.