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- Celina Vallejos es profesora universitaria y docente secundaria. El martes, llegó del Colegio Nacional a su casa del barrio de San Lorenzo al mediodía. Cuando el agua empezó a recorrer las calles de la ciudad, decidió mover el auto que estaba en la puerta hasta la avenida Freire. Cuando volvió, luego de recorrer las siete u ocho cuadras, el río ya le llegaba a la cintura. Subió al techo, cinco metros arriba. A las dos horas el agua la había alcanzado. Durante la tarde, vio pasar las puertas de sus vecinos del barrio de San Lorenzo que flotaban después de que las bisagras explotaran ante la presión del torrente. Una lancha vino al rescate pero el motor se trabó con el techo de una camioneta. Para llegar a una zona seca, Celina tuvo que atravesar el agua atada con una soga y luchar contra la corriente. Quedó mojada desde los pies a la cabeza. Sólo lloraba. Perdió todo lo que tenía: su computadora, su auto viejo, su casa y lo que contenía. El agua no respetó fronteras de clase. En el centro, muchos pusieron lo que pudieron en una valija y se instalaron en los hoteles de la zona seca. Celina se fue a la casa de otra docente que la amparó y le prestó ropa. No es la única profesora del Colegio Nacional en esa situación. Las maestras están preocupadas por una compañera que vive en el barrio Centenario en un complejo construido por el Fonavi durante dictadura. La única forma de comunicarse con el sitio es la lancha. No hay teléfono y los celulares no funcionan. Hace tres días, Celina y sus colegas no tienen noticias de la docente.