SOCIEDAD › ELEONORA Y PABLO, RUMBO A PALMA DE MALLORCA
“Solo lloré por dos plantitas”
Por Mariana Carbajal
“Por lo único que lloré fue por dos plantitas que me había regalado Pablo el día de la primavera”, dice Eleonora. Tiene 23 años y junto con su novio, de 24, están vendiendo todas sus cosas en vistas de su viaje a Palma de Mallorca, donde vive la madre de ella y donde a mediados de marzo piensan plantar bandera. Antes de eso –mañana– se casan. La venta de sus muebles y electrodomésticos la difundieron con un aviso en un diario en los dos últimos sábados, pero no la delegaron en ninguna organización. Además, pusieron un anuncio en una página web del Club del Trueque así que algunos objetos los están entregando a cambio de pesos y créditos, la moneda del trueque. “Si no podemos conseguir nada en el trueque que nos sirva, les dejamos los billetes a algunos amigos que están sin trabajo”, aclara Eleonora.
Hace tiempo que les rondaba en la cabeza la idea de viajar, pero por la crisis de diciembre decidieron precipitar la partida. “Los ahorros de toda mi vida, 8000 dólares, me quedaron en el corralito. Con esa plata teníamos programado poner un restaurante de comida naturista en casa, y tuvimos que cambiar de planes a la fuerza. Y adelantamos el viaje”, detalló Eleonora. Ella está terminando un curso de instructora de yoga y en algunas semanas renunciará a su puesto administrativo en el Consejo Nacional de la Niñez. Pablo es profesor de tai-chi-chuan y kung-fu. En Palma de Mallorca piensan vender comida naturista en la playa. Y si no funciona, trabajarán en lo que consigan. “Acá gano 500 pesos y Pablo 200. Haciendo cualquier cosa seguro que allá vamos a ganar más”, evaluó la joven.
La venta la iniciaron el sábado pasado en el departamento en el que viven en el barrio de Belgrano. Juntaron 800 pesos. Una multiprocesadora la vendieron por 10 pesos y 10 créditos del Club del Trueque. “Hoy vendimos la compu a 550”, se alegró. Este fin de semana continuarán con la feria americana. “Muebles nadie compró. También nos queda un ventilador de pie”, agrega. En oferta pusieron todo menos los dos perros mezcla de ovejero alemán y ovejero belga que los van a acompañar en el destierro. Tupper, ollas de cocina, sahumerios, un piano, un escritorio, una mesa ratona, videocasetera y un televisor, todavía les resta vender. “No soy demasiado apegada a los objetos. Lo único que me dolió perder son dos plantitas que me regaló Pablo para el día de la primavera. Ahí sí que lloré”, dice Eleonora. En principio van a vivir con su madre, que es psicóloga y además, vidente, y se fue a Palma de Mallorca un año y medio atrás, anticipando: “Acá se pudre todo”. No se equivocó.