Miércoles, 6 de noviembre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Washington Uranga
La Iglesia Católica ha iniciado el proceso de preparación del sínodo extraordinario –un encuentro mundial de obispos– que se celebrará en octubre del 2014 y cuyo tema central será la familia. En ese camino, el Vaticano lanzó una consulta dirigida a los fieles. Si bien no es la primera vez que la Iglesia Católica recurre al método de la consulta –en la Argentina se ha ensayado en diferentes ocasiones–, lo novedoso es el contexto que le brinda el pontificado de Francisco y la disposición manifiesta del Papa para hablar de todos los temas. Esta es la instrucción que Bergoglio les ha dado a sus colaboradores, que no haya temas vedados. En ese marco lo que cambian son las preguntas, varias de las cuales salen de la retórica para ir a cuestiones de fondo.
El sínodo es una asamblea de los obispos a la que concurren representantes de las conferencias episcopales de todos los países y normalmente está destinado a un tema específico. Es una instancia de reflexión e intercambio que luego presenta sus recomendaciones al Papa quien, en la mayoría de los casos, termina redactando un documento con recomendaciones para toda la Iglesia. El sínodo es un organismo creado por el papa Pablo VI en 1965, cuando estaban concluyendo las sesiones del Concilio Vaticano II y con la intención de generar mayores espacios de participación en las decisiones. Francisco, que ha insistido en la responsabilidad colectiva de los obispos en la conducción de la Iglesia, recurre ahora a esta asamblea extraordinaria para buscar respuestas a temas que han sido espinosos y difíciles para el catolicismo en los últimos tiempos: la familia, las relaciones de pareja, el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Lorenzo Baldisseri, el secretario del sínodo, dijo al presentar el encuentro que tendrá por tema la familia, que a Francisco le interesa que el trabajo de esta asamblea episcopal sea “permanente”. Doble mensaje: que los obispos asuman la corresponsabilidad de las decisiones que se tomen y que se dediquen todos los esfuerzos a buscar respuestas a varios de los dilemas de la Iglesia.
A pesar de ser un organismo de participación, el sínodo seguirá siendo, al menos por ahora, una instancia episcopal. Aun cuando el tema sea la familia, la intervención de los laicos, especialmente de las mujeres, será muy reducida. Baldisseri fue terminante cuando se lo consultó al respecto: “Se trata del sínodo para los obispos, no del sínodo para los laicos”.
Las 39 preguntas que se someten a consulta se refieren a nuevos problemas y situaciones que “exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia”. Por ese motivo no se eluden varias de las cuestiones que, sin duda, resultan molestas para las miradas más tradicionales. Se pide opinión sobre “la convivencia ad experimentum”, sobre la uniones libres o de hecho, sobre los divorciados y vueltos a casar. Llama particularmente la atención una de las preguntas en la cual se interroga acerca de si “¿podría ofrecer realmente un aporte positivo a la solución de las problemáticas de las personas implicadas (los divorciados) la agilización de la praxis canónica en orden al reconocimiento de la declaración de nulidad del vínculo matrimonial?”. Como se sabe, la Iglesia no admite el divorcio pero, en determinados casos, el derecho canónico contempla la posibilidad de declarar nulo el matrimonio, lo que redunda, en la práctica, en el mismo efecto y habilita a los cónyuges a un nuevo casamiento en el marco religioso. Si bien las nulidades –antes sumamente restringidas– se han ido extendiendo, todavía es una práctica muy restringida. ¿Sería éste un camino para convalidar las separaciones? El cuestionario pregunta incluso “¿en qué forma?” podrían ofrecerse tales nulidades.
Tampoco se omiten las preguntas sobre “las uniones de personas del mismo sexo” y la atención que la Iglesia debería prestar a esta nueva realidad.
¿Cambio de doctrina? La respuesta la brindó el cardenal de Budapest, Peter Erdo, relator del sínodo: “No tenemos la voluntad de replantear todo el discurso sobre la doctrina católica, sino que, con base en el enfoque pastoral, queremos considerar todas las situaciones”. De hecho éste es el mismo planteo de Bergoglio. La idea no es cambiar la doctrina, pero sí interpretar su modo de aplicación práctica. También partiendo de la base de que en muchos casos la Iglesia interpretó la doctrina en forma “restrictiva” y “fundamentalista”. Cambiar el “enfoque pastoral” es la manera que, según Francisco, la Iglesia Católica se puede acercar a la realidad de la gente.
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