La víctima Sonia Marisol Molina dijo ayer que “no se puede olvidar” lo que ella vivió desde el momento en que fue cooptada por el matrimonio compuesto por Jesús Olivera y Estefanía Heit. El hombre logró convencerla para que se sumara a una supuesta congregación religiosa llamada Amar es Combatir, dedicada, según él, a realizar obras de beneficencia y contención de personas. Se conocieron en la localidad rionegrina de Río Colorado, donde vivía Molina, a quien convencieron para que se mudara con ellos a Coronel Suárez y para que vendiera una casa de su propiedad y una moto. Los ahora condenados se apropiaron del dinero de esas ventas y de otros fondos pedidos por Molina a familiares y conocidos suyos.

El encierro de Molina en la casa de Grand Bourg 1823, de Coronel Suárez, se prolongó desde el 9 de agosto al 12 de noviembre de 2012, cuando la víctima pudo escapar del lugar en un descuido de sus captores. El caso se hizo público luego de que Molina denunciara que durante tres meses, además de mantenerla encerrada, la había violado en reiteradas ocasiones, la habían quemado, torturado y hasta la habían obligado a comer excrementos de perro. Cuando pudo liberarse, presentaba un alto grado de desnutrición y dolencias físicas que obligaron a su inmediata internación.