Domingo, 11 de octubre de 2015 | Hoy
Por Flor Monfort
Karina Abregú, la mujer que fue rociada con alcohol y prendida fuego por su marido el 1º de enero de 2013, esperaba en las escaleras de la Facultad de Derecho para entrar al taller que el colectivo Ni una menos organizó para el Encuentro. Junto a ella su hermana, que reiteraba el pedido de visibilización del caso de Karina, que tras cinco meses de internación perdió su trabajo y casi pierde la vida. Las marcas del fuego están en su cara y su pecho con la saña con que la violencia vuelve una y otra vez sobre los cuerpos de las mujeres, como Aída Correa, quien fue violada, torturada y estrangulada con un alambre en febrero de 2012 en Las Mesadas, Tucumán, y que gracias a la tenacidad de su familia y de las organizaciones feministas que la acompañaron, no quedó en la bruma de la injusticia. Su tía, Eva Ledesma, alzó la voz por su sobrina y por esa experiencia que cambió la vida de un pueblo acostumbrado al machismo más impune. Dijo que nada fue igual y mucho menos después de la gran marcha del 3 de junio. Enseguida habló Maru, la hermana de Paola Acosta, que fue encontrada muerta a puñaladas en una alcantarilla con su hija de un año, que sobrevivió 80 horas aferrada al cuerpo de su madre, en Córdoba Capital.
Este primer día de Encuentro tuvo mucho de aquella reunión masiva del 3 de junio, por la necesidad de hablar en primera persona que siempre se corporiza en los talleres, en las plazas y en las calles donde flamea el verde de los pañuelos, pero también porque recogió el fruto de Ni una menos. Este taller fue una muestra del posicionamiento renovado del tema de la violencia en el Encuentro, trascendiendo la catarsis para transformarse en acción colectiva y generadora, apartidaria pero con claro corte político. Insistir en una agenda de trabajo común, entre las distintas organizaciones independientes y políticas y desarrollar una estrategia federal pero también puntual de cada territorio, con mesas de trabajo en todo el país, que funciones recogiendo los casos y haciendo escraches de los violentos, no solo los que pegan y matan sino los que se quedan con las tenencias de los hijxs que dejaron sin madre, fue parte de la propuesta impulsada por el colectivo y acompañada por las decenas de asistentes. Pero el grito compartido se alzó contra el poder judicial, el obstáculo más palpable en la cadena de vulnerabilidades. “Se pueden tener las mejores leyes nacionales pero el poder judicial va a seguir siendo un obstáculo si en la organización popular no denunciamos cada lugar donde la Justicia no responde”, dijo Florencia Minici, parte de la organización y quien recordó que fue el único organismo que jamás recibió al colectivo.
Algunas pidieron por la Emergencia Nacional en Violencia de Género pero otras compañeras recordaron que en provincia de Buenos Aires, donde se declaró la Emergencia de Seguridad lo que se reforzó fue la presencia de patrullas en la calle, la persecución de jóvenes y adolescentes. “Pasar las fronteras del Encuentro es el objetivo, como ha pasado con la Campaña por el Derecho al Aborto, nacida de un ENM de 2003, que ha perneado en muchas organizaciones que no están conectadas entre si y que hoy en día trabajan para la campaña. Tomar ese modelo de transversalidad y volverlo una realidad con la trama que empezó a tejerse el 3 de junio”, dijo Florencia Alcaraz.
Para volver al ruedo se propuso el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero otras pidieron más tiempo para organizar y generar redes que lleguen al 8 de marzo, pero las ganas de todas es movilizarse pronto. Generar una red abierta de Ni una menos, motorizar el escrache y llegar al 3 de junio que viene con una estrategia conjunta que vuelva a poner los cuerpos en marcha.
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