SOCIEDAD › UNA PAREJA DE COLOMBIANOS MARAVILLADA CON MAR DEL PLATA
La elección que perdió Punta del Este
Por C.R.
Desde Mar del Plata
“El café es muy bueno y es un dato que lo digamos nosotros.” Cordiales, sin un tono de más que revele su origen centroamericano, Pedro Pablo Peláez Bedoya (49) y su esposa, Gloria María Palacio (50), le hacen un llamativo elogio al bar Barracuda, donde comparten unos cafés con Página/12. Ellos son colombianos y algo saben de ciertas infusiones. Oriundos de Medellín, una ciudad a la que los argentinos visualizan jaqueada por la violencia, llegaron el 2 de enero a Buenos Aires y después de consultar varias veces con el bolsillo, se decidieron por hacer una visita de seis días a Mar del Plata y dejaron para otra vez el viaje a Punta del Este. Pedro es arquitecto y además de elogiar las playas, la hotelería y la carne, opina sobre su especialidad: “Está de lo más bonito la parte alta de la ciudad”, aludiendo a Los Troncos, el histórico barrio residencial marplatense, hoy relegado a un segundo plano por el crecimiento del mercado inmobiliario de élite en otras zonas de la ciudad.
“Los desniveles del suelo, la madera, la piedra, es muy bonito”, insiste Pedro. El segundo gran descubrimiento, desde que llegaron a la Argentina, fueron los vinos. “Hemos probado todos los tintos y además de buenos, para nosotros son muy baratos. Nos interesamos en el tema porque en Colombia no tenemos una cultura del vino.” Por las mismas razones, oferta múltiple y buenos precios, desde que están en la Argentina se la pasan recorriendo las librerías: “Todo es muy barato y hay una gran variedad de ofertas. En Medellín no tenemos una actividad cultural tan grande como la que hay aquí. Solamente en Bogotá se encuentra algo parecido, pero ustedes tienen un movimiento teatral y cinematográfico que nosotros no alcanzamos todavía”.
Es inevitable abordar el tema de la violencia. “En Medellín, dentro de la ciudad, las cosas ahora están un poco tranquilas, pero fuera del núcleo urbano siguen los enfrentamientos y las muertes. Esto es el resultado de muchos años de malas políticas, de olvidar a los pobres, y eso hizo que avanzaran tanto la guerrilla como el narcotráfico. El pueblo no tiene opciones para mejorar y allí vamos, ahora un poco mejor.” En la materia, de la Argentina les sorprendieron dos cosas: “La gran cantidad de policías que hay en las calles, lo que estaría indicando un problema grave, pero a la vez anduvimos mucho por las noches, por todos lados, y todo estuvo de lo más tranquilo”.
Gloria, que tiene un hijo de 21 años de un matrimonio anterior, trabaja en la Defensoría del Pueblo de Medellín. Pide información y dice que los temas concuerdan: “Hay muchas denuncias por problemas ambientales y casos de corrupción. El problema que tenemos es que nosotros somos apenas un organismo administrativo y no tenemos una participación directa en la investigación judicial”. En Mar del Plata, además de buenos vinos y libros, los Peláez recorrieron las playas del sur y los negocios de venta de ropa de cuero. “Es muy barato, una gran tentación, y nos llevamos todo lo que pudimos, de aquí y de Buenos Aires”, adonde volverán para pasar los últimos dos días de estadía en el país.
Otro tema ineludible es el fútbol. Si bien Pedro dice no ser un fanático, tiene simpatía por Nacional de Medellín y sigue el fútbol en la Argentina, sobre todo Boca y River, para saber qué pasa con los muchos colombianos que juegan en la Argentina. “Huevo, huevo, huevo”, dice sin aires de barrabrava, aludiendo al cántico que los hinchas bosteros solían dedicarle a uno de sus máximos ídolos: Mauricio “Chicho” Serna. Hay una insinuación para recordar el 0-5 de Argentina-Colombia, en la cancha de River, pero la página de la discordia pasa rápidamente.
El fútbol tiene, para el matrimonio colombiano, un interrogante relacionado con los ancestros del único hijo que tiene Gloria. “El abuelo paterno de mi hijo fue jugador de fútbol y estuvo en el Boca Juniors, no sabemos muy bien en qué años. En nuestra casa tenemos un recorte de la revista El Gráfico, en la que aparece nombrado Ricardo Ruiz Pesso, al que llamaban El Tanque Ruiz.” Ellos siempre creyeron que don Ricardo, fallecido hace tres años, había nacido en Logroño, España. “Ahora nos enteramos de que pudo haber nacido en la Argentina y por eso estamos tratando de conseguir datos. Mi hijo está muy interesado y hasta piensa en viajar a la Argentina para indagar sobre la vida de su abuelo.”