SOCIEDAD
Cuando el juego se vuelca a la realidad
Menudo escándalo se desató tras la tragedia de Madrid. El 30 de abril del ’94, Javier Rosado Calvo, por entonces de 20 años, y Félix Martínez, en aquel momento de 17, salieron a jugar una versión psicótica de lo que los españoles llaman el “rol en vivo”. El “rol en vivo” tiene las mismas reglas que el juego de rol de mesa, pero pone en escena con símbolos lo que el juego de mesa recurre a lo abstracto de la imaginación. Un personaje príncipe quizá esté vestido de azul y quizá la doncella lleve un vestido rojo. Los símbolos, precisamente, resultan notables avances de la imaginación para no caer en la insoportable crudeza de la realidad. Lo que antes era un sacrificio humano en el altar, ahora termina siendo una insípida hostia. En el caso de Rosado y Martínez, no existía capacidad simbólica. Expertos jugadores de rol –pero en lo que interesa al caso, psicóticos, pese a que legalmente los psiquiatras descartaron que lo fueran–, ambos salieron con dos cuchillos y degollaron al obrero Carlos Moreno. En febrero del ’97 Rosado fue condenado a 42 años y Martínez a 12.
A partir de entonces, el juego de rol salió de la mesa para quedar colgado de los titulares como un juego “peligroso o macabro”. En aquel momento, infinidad de roleros y asociaciones de todo el mundo salieron a separar las aguas y defender el hobby. El juego también quedó mezclado con películas como The Game, en la que Michael Douglas protagonizaba a un ejecutivo que era objeto de toda una trama de trampas y era perseguido por una banda de mafiosos que, finalmente, resultaban ser actores contratados por su hermano para darle una sorpresa de cumpleaños. Los roleros aseguran que The Game “no tiene nada que ver con el juego de rol” y sostienen que “cuando cualquier juego se vuelca a la realidad, deja de ser un juego y pasa a ser una trama de enfermos”.