Domingo, 5 de febrero de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › LA COMPARACION CON UN ANTECEDENTE FAMOSO
Por Raúl Kollmann
Si en Acassuso le cantaron el feliz cumpleaños a una rehén, en Niza pegaron en las paredes del banco algunas fotos indiscretas que los ladrones encontraron en las cajas de seguridad, incluyendo las de esposas desnudas o de alguna fiesta sexual de uno que otro titular de esas cajas. Si en Acassuso dejaron una poesía hablando de que se robaron sólo valores, no amores, en Niza pintaron con spray Sin armas, sin odio, sin violencia. Si en Acassuso se movieron por las alcantarillas con gomones, en Niza hicieron exactamente lo mismo. Si en Niza actuó como jefe un ex comando de la guerra de Argelia, que reclutó para la banda a boqueteros y ladrones de bancos, en Acassuso se habla de un perfil parecido: ex integrantes de la SIDE, en alianza con boqueteros y ex miembros de grandes bandas.
El gran robo al Banco Société Generale de Niza, en julio de 1976, está repleto de anécdotas, humor y un líder que murió en libertad sin que se lo pudiera capturar. Albert Spaggiari fue quien tramó aquel asalto espectacular que, al igual que en Acassuso, tuvo como jugada maestra la construcción de un túnel hasta la bóveda en la que estaban las 4000 cajas de seguridad de los clientes de la exclusiva localidad francesa.
Spaggiari fue un ex comando e incluso mercenario que trabajó para el ejército francés en Argelia. Dejó las fuerzas regulares para integrarse a la OAS, un grupo terrorista de ultraderecha que tenía como objetivo la permanencia de Francia en Argelia. Para dar el golpe, Spaggiari pensó que le iba a resultar imprescindible el trabajo del mayor experto boquetero de Francia, preso en una cárcel de Marsella. A cambio de una fuerte cantidad de dinero, el experto consiguió fugarse de la prisión.
El túnel se construyó desde el alcantarillado y, después que entraron al banco, un viernes, se dedicaron a abrir una por una las 4000 cajas de seguridad. Sólo robaron en 400, porque distinguieron a los clientes que tenían grandes fortunas de los que parecían guardar allí sólo ahorros. No faltan quienes sostienen que pusieron una especie de listón: el que tenía 30.000 dólares o menos no fue robado, mientras que a los que tenían más que esa cifra les quitaron todo lo que excedía los 30.000 dólares. El monto total del botín fue calculado en 18 millones de dólares, que teniendo en cuenta los 30 años transcurridos, equivalen al doble en términos actuales.
Como en el caso de Acassuso, el golpe de Niza tuvo varios toques de humor.
u Los ladrones hicieron una fiesta en el tesoro del banco, con champagne, vino y gran variedad de quesos, todo de primeras marcas. Los delincuentes dejaron algunas botellas que parecían llenas, pero algún policía seguramente pasó por un mal trago: en verdad contenían orina.
u Pegaron en las paredes del banco las fotos indiscretas que encontraron en las cajas, algunas de ellas correspondientes a gente muy famosa y respetada de la sociedad de Niza.
Más allá de las humoradas, toda la banda fue atrapada por uno de los factores que los criminalistas consideran el eslabón débil de los golpes de este estilo: las esposas, novias o amantes de los ladrones. Fue así que una mujer celosa, amante de un integrante de la banda, creyó que su hombre se recluía en una mansión para participar de fiestas con otras mujeres. En realidad, la banda se agrupaba allí para construir el túnel. Producido el robo, la policía encontró en esa quinta elementos suficientes para detener a los responsables, incluyendo a Spaggiari.
El golpe de gracia fue que Spaggiari pidió declarar ante el juez a solas y luego de contarle en detalle cómo se había llevado a cabo el golpe, sorpresivamente saltó por la ventana. Abajo, sobre un auto estacionado, otros cómplices habían instalado un grueso colchón. Amortiguado el golpe, Spaggiari se subió a una moto y nunca más se lo pudo capturar.
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