Miércoles, 22 de febrero de 2006 | Hoy
Una denuncia había puesto en duda la realización del concierto de anoche. No obstante, la Justicia de la Capital Federal autorizó que se llevara a cabo el evento, aunque supeditó el recital de mañana a una serie de evaluaciones sobre la seguridad estructural de los edificios y el daño sonoro que eventualmente podría provocar. La medida fue dispuesta ayer por la jueza en lo contenciosoadministrativo y tributario Patricia López Vergara, ante una acción de amparo presentada por la vecina Ana Luisa Paulescu. La demandante, que vive en un cuarto piso situado a 500 metros del Monumental, dio su versión de los hechos: “El movimiento que provocan estos acontecimientos es equiparable a un sismo. Las piernas se mueven solas, como si estuvieras en un barco. El ruido es muy difícil de soportar y las vibraciones son impresionantes”. En respuesta a su inquietud, la jueza resolvió “denegar por el momento la medida cautelar solicitada”, pero advirtió que respecto de los restantes recitales “se evaluará de acuerdo al resultado de las medidas para mejor proveer”.
La magistrada –que fue a Núñez para verificar si se cumplía con la normativa– encomendó a la Subsecretaría de Emergencia del gobierno la realización de estudios y un informe inmediat. La jueza ordenó también que la Dirección de Control de la Calidad Ambiental y el área de Contralor de Espectáculos procedieran a “efectuar mediciones sonoras en los edificios de Figueroa Alcorta 7148 y Ramsay 2496” durante el show. También hubo una inspección ocular en el estadio y alrededores, en el edificio donde se domicilia Paulescu, en el instituto Fleni y en “toda construcción que se considerara necesario evaluar”. El resultado de esos estudios determinará la realización del show de mañana.
En tanto, muchos vecinos aseguraron no tener inconvenientes en que los Stones toquen a metros de sus viviendas. Incluso muchos que no pudieron ir al recital escucharon desde balcones y terrazas. Isabel, ama de casa de 55 años, aseguró que esperaba poder oír desde su casa, “aunque eso depende de la dirección del viento”. Coco, 52 años, encargado de un edificio, sostuvo que no estaba enojado con la llegada de los Stones “porque demuestra que la Argentina está viva”. “Hace tres o cuatro años no venía nadie a dar recitales. Por lo único que estamos tristes es porque no tenemos plata para ir a verlos”, se lamentó.
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