El vecindario de la calle Luis Viale al 1200 vivió ayer un anochecer atípico. Mientras las ambulancias del SAME, personal de bomberos, Defensa Civil y la Guardia Urbana trabajaban en el lugar, los vecinos llegaron hasta donde les permitieron las vallas. “Siempre había mucha gente en ese lugar”, dijeron algunos, mientras otros fueron un poco más allá y remarcaron que “en el fondo del taller había rejas”. “Dicen que murieron porque no pudieron salir”, se horrorizaron.

Con unos 9 metros de frente, las paredes del taller textil mostraban los rastros de las llamas. En el primer piso, dos ventanas cuadradas con rejas. Abajo, una puerta y un portón, con aparente color óxido. El rechinar de la hoja de la sierra sobre el acero hacía saber que los bomberos todavía estaban removiendo los escombros.

“Siempre veía que llegaban camionetas tipo Trafic y cargaban un montón de mercadería”, relató Ricardo Fernández, un vecino que vive en un pequeño edificio sobre la calle Fragata Sarmiento, a unos 50 metros del taller textil. El pelilargo vecino, a quien su hijo lo llamó por teléfono cuando escuchó las sirenas de los patrulleros y de los bomberos, dijo que “cuando pasaba por la puerta del taller, siempre cerraban la puerta”. “Como si no quisieran mostrar algo”, conjeturó, y remarcó que “eran muchas personas; había muchos pibes, de todas las edades que viven, bah, vivían ahí”.

Al otro lado de la calle Fragata Sarmiento, y detrás de la faja que decía “seguridad”, un vecino apoyado en un árbol contó que “siempre se veían a muchos chicos con guardapolvo que entraban y salían del lugar”. “Parece que iban al colegio San Juan, acá a unas cuadras”, detalló. Con miedo de que este diario publicara su nombre, el hombre contó que tenía un local en alquiler por la zona “y muchos bolivianos llamaron para poner este tipo de lugares, donde hacen ropa y esas cosas”. “Los bolivianos te dicen de frente las cosas”, aseguró, y agregó: “Dicen que hay denuncias, pero yo no sé nada sobre eso. Parece que vivían arriba, en el primer piso, y trabajaban en planta baja”.

La llegada del flamante jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, sorprendió no sólo a los vecinos sino también al mismo personal de la ciudad que allí trabajaba. Primero habló con las personas que viven en la casa lindera a la fábrica; luego lo hizo con la prensa.

“Hasta el momento estamos investigando qué pasó. Pero quería estar presente por la magnitud del hecho”, fue casi lo primero que dijo. “Tengo entendido que no hay denuncias sobre el lugar”, aclaró ante el rumor de los vecinos, y apuntó: “El Gobierno de la Ciudad tiene que trabajar sobre este tipo de lugares, estos talleres textiles, donde hay salvajes prácticas laborales.”