“Al principio les costó ver a una mujer en la escuela. Pero de a poco se fueron adaptando a nosotras, y nosotras a ellos. Nunca hubo discriminación”, cuenta Débora Pontecorvo (26). Habla de sus compañeros de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, donde ayer se convirtió en la primera mujer aviadora militar de la Fuerza Aérea Argentina. Luego de seis años de estudio, ayer recibió el diploma. “Mi meta ahora es ser aviadora especializada en transporte”, contó la chica que el fin de semana viajara a su barrio, Ciudad Evita, en la provincia de Buenos Aires, para celebrar con su familia.

El contacto entre Débora y el mundo de la aviación militar comenzó cuando ella era muy chica y su papá, ex oficial de la Fuerza Aérea, la llevaba a exhibiciones de aviones. Tomó la decisión de ser aviadora unos años más tarde al escuchar las experiencias y logros obtenidos por su hermano mayor, hoy piloto de combate.

“A mi papá le encantó la idea. A mi mamá no le gustó mucho, no porque me metiera en un ambiente de hombres, sino porque se iba de casa la hija menor. Martín –el hermano– ya se había ido a Reconquista”, explicó. Viajó a Córdoba en 1999 e ingresó a la Escuela de Suboficiales. Dos años después, junto a otras veinte chicas, se sumó a las filas de la Escuela de Aviación, que hasta el momento no admitía a mujeres. “No es una carrera difícil. Hay que tener voluntad, una actitud positiva, y el apoyo de tu familia. Ellos siempre me ayudaron.”

En este tiempo se recibió de alférez y comenzó su instrucción de piloto. El día más importante para ella fue su primer vuelo a bordo de un B-45 Mentor, hace dos años. “Fue muy emotivo. Estaba nerviosa, sola en el avión, sin el instructor. Fue media hora que se me pasó volando”, contó entre risas.

Su tiempo en la Escuela de Aviación llegó a su fin ayer con el acto de egresados. Llamar a sus padres fue la primera tarea del día. “Mi papá estaba muy angustiado porque quería estar conmigo; mi mamá me prometió verme por la tele”, contó. Luego, los aplausos de los 38 compañeros de curso y sus familias fueron el mejor reconocimiento a estos años de trabajo.