Sábado, 24 de noviembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › TESTIMONIOS SOBRE LA ODISEA DEL RESCATE
Flavia Beliú, esposa de Pablo Beliú, uno de los tripulantes argentinos del crucero Explorer, dijo que vivió “dos horas de mucha angustia” desde que supo la noticia del naufragio y hasta que su marido la llamó por medio de un teléfono satelital para decirle que estaba bien. “Me enteré por televisión y fue un momento muy feo, para nada grato. No me gustó nada y estuve llamando a distintas personas sin saber nada. Fueron dos horas de total incertidumbre.” También se conoció el testimonio de Andrea Salas, tripulante del Explorer, quien confirmó que chocaron contra dos iceberg y que a la hora de dejar el barco actuaron “con mucha tranquilidad”.
El matrimonio Beliú vive en Ushuaia y no tiene hijos. Pablo Beliú era encargado del trasbordo de los pasajeros a los lugares a los que va el navío y en donde no hay muelles. Es habitual que pase cuatro meses por año a bordo. “Sé que Pablo tuvo que trabajar mucho en la evacuación de los pasajeros”, comentó su mujer.
“Me llamó y me dijo que estaba bien, por suerte. Me contó que pasaron mucho frío nomás, porque la evacuación duró toda la madrugada. Estuvo más o menos cuatro horas desde que conocieron la alarma hasta que él pudo subir al otro barco.” Su esposo tiene 32 años y ésta es la novena temporada en la que trabaja a bordo. “Esto es siempre así, estamos con el corazón en la boca hasta que por fin lo vemos aparecer”, confesó Flavia Beliú.
Andrea Salas, una porteña de 38 años, trabaja en el área de expediciones del crucero de lujo accidentado. En declaraciones radiales sostuvo que el primer choque contra un iceberg produjo en la nave “un hueco que no era muy grande”, por lo que “se inició un bombeo del agua para mantener el barco a flote”. En esos momentos, los pasajeros y la tripulación permanecían reunidos en un sector del barco destinado a los operativos de evacuación.
“En eso estábamos cuando escuchamos el anuncio del capitán que decía que había otro iceberg que se estaba acercando a nosotros y que esperaba que el viento lo corriera para otro lado, pero no fue así”, se lamentó.
La protagonista dijo que tiene entendido que ese segundo iceberg “golpeó al barco y ahí fue donde se produjo el daño más grande, por lo cual se comenzó con la evacuación”. Salas insistió en que durante el operativo “no hubo nerviosismo de parte de los pasajeros”. Remarcó que “estuvieron muy controlados” por la tripulación.
Paola Palavecino, que trabaja como científica en el buque noruego Nordnorge, que rescató a los náufragos, contó que el crucero accidentado “se inclina bastante rápido y que se le veía ladeado, pero no había derrame de petróleo”. Sobre los pasajeros y tripulantes sostuvo que “todos están bien aunque, naturalmente, conmovidos. Les dimos abrigos porque estaban congelados”.
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