La fría y húmeda pista de aterrizaje debió antojárseles a Mercedes García y a Pilar Bauzá un paraíso. Las dos cooperantes de Médicos Sin Fronteras bajaron el jueves las escalerillas de un Falcon 900 de la Fuerza Aérea española a las 20.30, casi de un salto y ataviadas con chaquetas rojas, después de haber hecho escala en El Cairo y la capital de Etiopía, donde fueron recogidas por la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín. Una de las pocas personas que conversó con la médica leonesa, de 51 años, tras su liberación fue el alcalde de Cuadros, su localidad de origen. “Me dijo –recuerda Martín Marcos–: ‘Hoy he vuelto a sonreír, estoy feliz aunque he pasado algún momento malo’.” Su impresión es que la cooperante volverá pronto a participar en alguna otra misión: “La he visto jovial, feliz, muy fuerte”.

Las dos mujeres llegaron a la base de Torrejón (Madrid) tras ocho días de cautiverio en Somalia. Fueron secuestradas el 26 de diciembre por una banda de malhechores que llegaron a exigir 170.000 euros de rescate; y fueron liberadas el pasado miércoles.

A su llegada a España, la médica española y la enfermera argentina no hicieron declaraciones; Mercedes amagó con acercarse a las decenas de periodistas y fotógrafos que esperaban al pie de pista, pero finalmente resumió su alegría saludando con los brazos en alto a unos 200 metros. Foto con los ministros de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, y de Defensa, José Antonio Alonso, y a descansar. Los primeros en subir al avión fueron los hermanos, las cuñadas y los sobrinos de Mercedes –ningún allegado de la argentina pudo acudir a la base militar– y un psicólogo.

El jueves, en pleno vuelo hacia España, recibieron por sorpresa una llamada del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. En su conversación, la médica leonesa le comunicó que se encontraba bien, pero cansada, y que lo que deseaba era ver a la familia y descansar.

Cuadros es una localidad leonesa de 400 habitantes, que se esmeran en ultimar los detalles del recibimiento de la médica. “Me dijo que quería descansar unos días” antes de ir, comentó Martín, el alcalde. En uno de los centros de reunión de la localidad, el bar Eno, se descorchó champaña como si hubiera tocado el gordo de la lotería. Ana Rodríguez, que regentea este establecimiento donde Mercedes acude casi a diario, señala que ésta nunca había manifestado ningún temor cuando se embarcaba en una misión. “Al poco de estar aquí ya se quería marchar y todos le decíamos: ‘¿Pero otra vez te vas a marchar, Merce’”, recuerda Enma, otra vecina.

Fuentes de Exteriores y de Médicos Sin Fronteras negaron de nuevo haber pagado un rescate. La ONG señaló que lo contrario supondría que sus miembros se conviertan en objetivo de las bandas de malhechores. La presidenta de la ONG, Paula Farias, sólo reconoció que “se han tocado todos los palos”.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.